jueves, 28 de febrero de 2013

DE LA NOVELA. TALLER. A MARÍA MORA

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Capítulo Seis

Desperté temprano. El sol entraba por la ventana del taller, haciendo que mis ojos se resistiesen a abrirse, obligándome a mover el cuerpo girándolo hacia el lado de la pared; pero mi pensar se resistía, quería despertar del todo y levantarme, quería ponerme a trabajar en alguna de las esculturas que, desde la cama y desde una altura más baja que los caballetes y los estantes, me resultaban diferentes a como las había concebido. Pero los ojos insistían en cerrarse, no querían saber nada de esculturas, de caballetes, de estantes, libros, bibliotecas, ni de todo lo que allí había. Yo luchaba denodadamente para abrirlos, para despertar definitivamente. Sabía, por experiencia, que un salto, salir de la cama aunque sea a los trompicones, era la manera de ganar la contienda. Salté. Los pies, dieron directamente sobre las pantuflas que suelo usar mientras trabajo, pantuflas que me regaló Paloma para un cumpleaños; creo que es por ello que me agrada usarlas. Fui hacia el baño, higiene, menesteres y pasé a la cocina para encender el fuego y dar origen al ritual del mate que me permite cavilar en cada sorbo, como siempre me digo cada vez que ingreso a ese momento mágico, maravilloso, del pensamiento y del sabor.
Una vez preparados los elementos, me dirigí hacia los caballetes que sostienen las esculturas y me obligan a esquivarlos para ver a cada una de ellas. Me detuve ante la que di en llamar “La escalera por la cual María Mora decidió irse al cielo” Tema fuerte, intenso en mi sentimiento, dedicada a María Mora, que se suicidó hace un tiempo; era hija de un amigo escultor, con quien compartí un buen trecho en mi existencia, hasta que nos distanciamos. A María Mora la tuve en brazos a los pocos días de nacer, la vi crecer y recuerdo que cuando era pequeñita corría por el gran fondo de la casa y yo pensaba que si un día tenía una hija, desearía que fuese como ella. Se trata de una obra que tiene dos tiempos de apreciación: una pared, divide esos tiempos; de un lado, una figura que tiene en una de sus manos un paño y se prepara para subir a una escalera apoyada en ese muro; del otro lado, una figura de pie que sostiene con sus manos, los brazos extendidos casi en cruz, un paño que la cubre por completo. Es el símbolo de la muerte, pues la figura no puede verse en su totalidad. El muro, divide el espacio en metáfora del traspaso de dimensión. María Mora atravesó el tiempo cronológico, para “pasar” a otro estado. Me cuesta trabajar sobre esta obra, en particular porque Paloma, mi hija, la que yo había pensado años antes en que fuese parecida a María Mora en su alegría, en la libertad de su cuerpo cuando correteaba por el patio de su casa, fue quien me llamó por  teléfono al taller y me dio la noticia del suicidio. Como un mazazo, un dolor inenarrable. Creo que por ello, por esa “relación” extraña, es que me puse a trabajar para concebir el momento en el que María Mora decide irse al cielo. Pero voy lento, doy vueltas en rededor del caballete, observo, observo y mis manos no se atreven a poner material sobre las figuras, que se me hacen esperan para ser terminadas y que se cumpla el conjuro que atempere el dolor.

Dejé de lado esa obra y destapé una que estaba trabajando en arcilla, de la serie de los bares de Buenos Aires, que llevaba por título, al menos mientras la trabajaba, “Sola con todos”. Una figura que está sentada a la mesa de un bar, pero no enfrentada a ella, sino más bien de costado, como ofreciéndose a los parroquianos o queriendo estar con ellos, por eso el “con todos”. Abierta a la comunicación, al encuentro. Una reminiscencia de la Deola de Césare Pavese, que me permitió la serie Deola de Buenos Aires, dedicada, justamente al escritor italiano que en agosto de 1950, dijo: “Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más” Escrito en su diario, el 18 de agosto. Nueve días después, se suicidó en un hotel de Turín, ingiriendo una dosis abundante de somníferos. Previo a eso, en otro lugar de su Diario, dice: "Uno no se suicida por amor a una mujer. Uno se suicida porque el amor nos muestra en nuestra desnudez, nuestra miseria, nuestra vulnerabilidad, nuestra insignificancia.”
Mientras destapaba la escultura, observé la foto de este inmenso que tenía fijada en la pared y el epígrafe decía: Cesare Pavese, foto tomada en agosto de 1950, días antes del suicidio.
Este inmenso me dio a Deola, la prostituta que quiso irse a Turín con el hombre que le había prometido llevarla luego de una noche larga, pensaba ella en el bar, sentada a una mesa, mientras se miraba en el frío del espejo.
Cuántas veces he leído ese poema, esa maravilla de poema, cuántos dibujos hice en los bares de Buenos Aires, intentando llegarle a Deola, a Pavese, a través de una energía cósmica y en ese intento, contarle a quienes vieran mi escultura expuesta, cuál era mi sentir.
La figura me agradaba, estaba bien construida, la composición de las masas era armónica y esa obra, tiempo después le haría escribir a Fernando García Curten, la presentación para una de mis muestras.
Trabajé varias horas cargando arcilla, dando por terminadas zonas que ya no tocaría. Luego vendría el secado y finalmente el horneado, que Ricardo, desde su sapiencia, haría con sumo cuidado, templando el horno en varias veces, para que la obra no estalle.
La tapé nuevamente con trapos húmedos y una bolsa de plástico, ordené las herramientas y salí del taller para ir a caminar por la Avenida Corrientes y finalmente, sentarme a una mesa en La Giralda a sentir, a pensar o encontrarme con Jacob Wassermann y “El hombrecillo de los gansos”

© Helios Buira

miércoles, 27 de febrero de 2013

PRIMAVERA NEGRA. OTRO TIEMPO. HENRY MILLER.

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Hay autores que una vez leídos, dejan marcas, en algunos casos para siempre.
Henry Miller, no me dejó marcas, sino que me voló la cabeza.
Cuando se hacía el servicio militar obligatorio, me destinaron a la ciudad de Neuquén, en un batallón de ingenieros. Éramos pocos soldados y la relación con las jefes era buena, incluso, de buen trato.
Durante la semana, había un suboficial que era el encargado; o sea, el suboficial de semana que se iban turnando durante el mes.
Uno de estos suboficiales, era un lector permanente. Leía de todo. Un fin de semana, en que los soldados teníamos franco, preferí quedarme en el cuartel a dibujar, o a leer unos libros que había llevado desde Buenos Aires. El suboficial me llamó, me dijo que fuera a su pieza; cuando ingresé, vi sobre una especie de escritorio, un libro. Lo señaló y me dijo: «Soldado, lea este libro. Léalo con la mente y el corazón abiertos. No se asuste. Cuando lo termine, su existencia comenzará a cambiar. Se lo regalo.»
Tomé el libro, le agradecí, me convidó con unos mates mientras yo le contaba de mi paso por la escuela de Bellas Artes y él me hablaba sobre música clásica. Cuando salí, leí el título: Trópico de Capricornio y el autor, Henry Miller.
Comencé a leerlo esa noche, escondido en una piecita, a la luz de unas velas, para que no me descubrieran. No dormí.
Ese libro, después que pasaron muchos años, sigue en mi biblioteca.
Cuando digo que me voló la cabeza, es cierto. Miller, no perdona. A la vez que arrasa con todas las estupideces y mediocridades que uno pueda llevar a cuestas.
Escribo sobre él, porque hoy, compré Primavera Negra (que leí tres veces), luego de haberlo perdido, o prestado y jamás me fue devuelto o lo que haya sido, pero durante años lo busqué y ahora está nuevamente junto a mí.
Creo que es una de las obras mayores de Miller. Aunque para mí, todas son mayores.
Desde el inicio, el lector sabe que se va a encontrar con un libro intenso. Hay un párrafo de Unamuno: «¿Soy como yo creo ser o como los demás creen que soy? Aquí es donde estas líneas se vuelven una confesión, en presencia de mi yo desconocido e incognoscible, desconocido e incognoscible para mí mismo. Aquí es donde creo la leyenda tras la cual me oculto»
Me agradaría saber cuál fue el sentimiento de Miller para escribir ese párrafo maravilloso que Unamuno refiere al ser.
Paso esa hoja y en la siguiente, Miller dice: «Lo que no está en la calle es falso, inventado, es decir, literatura».
Dice que él nació en la calle, que es un patriota del Distrito 14. de Brooklyn, donde se crió. Y agrega que el resto de Estados Unidos no existe para él, más que como idea, historia o literatura.
Escribe:

«Nacer en la calle significa vagar toda la vida, ser libre. Significa accidentes e incidentes fortuitos, dramas, movimiento. Significa, sobre todo, ensueño. Una armonía de datos irrelevantes que proporciona a tu vagar una certeza metafísica. En la calle aprendes lo que realmente son los seres humanos; de otro modo, más tarde, uno los inventa. Lo que no está en la calle es falso, inventado, es decir, literatura»
Y sigue Miller describiendo maravillas, memorando a sus amigos de la calle en el Distrito 14

«Los muchachos que adoraste cuando pisaste la calle por primera vez, permanecen contigo toda la vida. Son los únicos héroes verdaderos. Napoleón, Lenín, Capone, son todos una ficción. Para mí, Napoleón no es nada comparado con Eddie Carney, que me puso el primer ojo morado. No he conocido a nadie que me parezca tan principesco, tan regio, tan noble como Lester Reardon, quien por el simple hecho de caminar por la calle, inspiraba miedo y admiración. Julio Verne jamás me llevó a los sitios que Stanley Borowski se sacaba de la manga al anochecer. A Robinson Crusoe le faltaba imaginación comparado con Johnny Paul. Todos estos muchachos del Distrito 14 todavía tienen para mí un sabor especial. No fueron inventados o imaginados: eran de verdad. Sus nombres resuenan como monedas de oro: Tom Fowler, Jim Buckley, Matt Owen, Rob Ramsay, Harry Martin, Johnny Dunne, por no decir Eddie Corney o el gran Lester Reardon. Y, hasta ahora, cuando digo Johnny Paul, los nombres de los santos me dejan un mal sabor en la boca. Johnny Paul era el Odiseo vivo del Distrito 14; que más tarde se convirtiera en camionero, es un hecho que no viene a cuento»

Si hay una descripción de la niñez, de los años juveniles, con intensidad comparada, es ésta.
Y cada vez que comienzo la lectura de este libro, no puedo dejar de ir a mis años de adolescente, en el barrio de Floresta y aparecen todos mis amigos, por lo que podría escribir lo mismo que Miller.
Eso es lo que él logra en el lector. Al menos, en mí.

© Helios Buira

martes, 26 de febrero de 2013

TIEMPO. INSPIRACIONES. ÁNIMO. Y KANDINSKY

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Inspirar.
Tal vez, sea la condición del artista.
Alguien dijo alguna vez, que “los grandes no abren oficinas, ni cobran honorarios, ni pronuncian conferencias, ni son empresarios, ni críticos. Y cuántos más, no son grandes.
Los grandes son indiferentes, en el sentido más profundo. No te piden que creas: te electrizan con su conducta. Son los concienciadotes. Lo que hagas con tu vida, no es asunto suyo. Lo que hagas con tu vida, sólo te concierne a ti, parecen decir. En resumen, su único objetivo aquí en la tierra es el de inspirar. ¿Y qué más se le puede pedir a un ser humano?”
Entonces el artista se inspira, para inspirar.
Tal vez por esto dicho, Nicolás Berdiaev pudo escribir: “Después de leer a Dostoyevski, uno, ya no es el mismo”
El artista es un animador y su trabajo, se asimila a los destacados intereses del espíritu. La facultad creadora, así como la facultad receptiva, constituyen un acto de comunicación, que viene desde milenios y siempre, aún las diferencias de época, las diferentes concepciones creativas, llámense Antigüedad, Medioevo, Renacimiento, Edad Moderna, Contemporánea o como se llame, el verdadero motivo, es el de la comunicación.
El artista muestra (comunica) todo lo que en la realidad no vemos. Y que está allí. Pero por millones de circunstancias o por lo que fuere, el artista lo ve y nos lo dice.
¿Macondo existe? Sí, Macondo existe. Fue lo que “pudo ver” García Márquez y nos lo contó. Luego, nosotros, pudimos disfrutarlo. Y “revivirlo”. Y después pudimos ver en nuestro rededor, a cientos de Aurelianos, de Melquíades o de Úrsulas.
Claro, luego vinieron otros y llamaron a eso contado por García Márquez, Realismo Mágico. La Magia se manifiesta desde hace milenios lo mismo que el realismo, que viene de lo real. Del mundo tridimensional, pero a la vez, de “Otros” planos que millones y millones de humanos no podemos transitar.
Como me dijo alguien, hace ya bastante tiempo: “El artista, en el momento de crear, transita por un plano no cronológico, en el cual pasado, presente y futuro, convergen en un solo punto y él va y viene por ellos, casi a su antojo”.
Tal vez, me ayuden estas palabras de Kandinsky:

LA OBRA DE ARTE Y EL ARTISTA

(De lo espiritual en el arte)

El artista crea misteriosamente la verdadera obra de arte por vía mística. Separada de él, adquiere vida propia y se convierte en algo personal, un ente independiente que respira de modo individual y que posee una vida material real. No es un fenómeno indiferente y casual que permanezca inerte en el mundo espiritual, sino que es un ente en posesión de fuerzas activas y creativas. La obra artística vive y actúa, participa en la creación de la atmósfera espiritual. Sólo desde este punto de vista interior puede discutirse si la obra es buena o mala. Si su forma resulta mala o demasiado débil, es que es mala o débil para provocar vibraciones anímicas puras (1). Por otra parte, un cuadro no es bueno porque la exactitud de sus valores (los valeurs inevitables de los franceses), o porque esté casi científicamente dividido entre frío y calor, sino porque posee una vida interior completa. Un buen dibujo es aquel en el que no puede alterarse nada en absoluto sin destruir su vida interior, con independencia de que esté en contradicción con la anatomía, la botánica o cualquier otra ciencia. No se trata de que el artista contravenga cierta forma externa (por lo tanto casual) sino de que necesite o no esa forma tal como existe exteriormente. De igual modo han de utilizarse los colores, no porque existan o no en la naturaleza con ese matiz, sino porque ese tono sea o no necesario para el cuadro. En pocas palabras: el artista no sólo puede sino que debe utilizar las formas del modo que sea necesario para sus fines. Ni son necesarias la anatomía u otras ciencias, ni la negación por principio de éstas, sólo es necesaria la libertad sin trabas del artista para escoger sus medios (2). Esta necesidad supone el derecho a la libertad absoluta, que sería criminal desde el momento en que no descansara sobre la necesidad. Artísticamente, el derecho a esa libertad corresponde al citado plano interior moral. En todos los aspectos de la vida (y por lo tanto también en el arte) es un objetivo puro. Someterse sin objeto a los hechos científicos nunca es tan nocivo como negarlos sin sentido. En el primero de los casos aparece la imitación (material), útil para algunos fines específicos (3). En el segundo el resultado es una mentira artística que, como todo pecado, tiene muchas y malas consecuencias. El primer caso deja un vacío en la atmósfera moral, la petrifica. El segundo la envenena.
La pintura es un arte, y el arte en conjunto no significa una creación inútil de objetos que se desvanecen en el vacío, sino una fuerza útil para el desarrollo y la sensibilización del alma humana que apoya el movimiento del mencionado triángulo espiritual. El arte es el lenguaje que habla al alma de las cosas que para ella significan el pan cotidiano, y que sólo puede obtener en esta forma.
Si el arte se sustrajera a esta obligación dejaría un espacio vacío, ya que no existe ningún poder que pueda sustituirlo (4). En el momento en que el alma humana viva una vida más intensa, el arte revivirá, ya que el alma y el arte están en una relación recíproca de efecto y perfección. En las épocas en que las ideas materialistas, el ateísmo y los afanes puramente prácticos consecuencia de ellos, adormecen a un alma abandonada, surge la opinión de que el arte puro no ha sido dado al hombre para ningún fin especial, sino que es gratuito; que el arte existe sólo por el arte (L’art pour l’art) (5). El lazo que une el arte y el alma permanece como anestesiado. Sin embargo, esta situación no tarda en ser vengada: el artista y el espectador (que dialogan con el lenguaje del espíritu) ya no se comprenden, y éste último vuelve la espalda al primero o le considera como un ilusionista cuya habilidad y capacidad de invención admira.
En primer lugar, el artista debe intentar transformar la situación reconociendo su deber frente al arte y frente a sí mismo, dejar de considerarse como señor de la situación, y hacerlo como servidor de designios más altos con unos deberes precisos, grandes y sagrados. El artista tiene que educarse y ahondar en su propia alma, cuidándola y desarrollándola para que su talento externo tenga algo que vestir y no sea, como el guante perdido de una mano desconocida, un simulacro de mano, sin sentido y vacía.
El artista ha de tener algo que decir, pues su deber no es dominar la forma sino adecuarla a un contenido (6). El artista no es un ser privilegiado en la. vida, no tiene derecho a vivir sin deberes, está obligado a un trabajo pesado que a veces llega a convertirse en su cruz. No puede ignorar que cualquiera de sus actos, sentimientos o pensamientos constituyen la frágil, intocable, pero fuerte materia de sus obras, y que por ello no es tan libre en la vida como en el arte.
El artista, comparado con el que no lo es, tiene tres responsabilidades: 1° ha de restituir el talento que le ha sido dado; 2° sus actos, pensamientos y sentimientos, como los de los otros hombres, conforman la atmósfera espiritual, la aclaran o la envenenan; 3° sus actos, pensamientos y sentimientos, que son el material de sus creaciones, contribuyen a su vez a esa atmósfera espiritual. No es rey, como le llamó San Peladan, en el sentido de que posee un gran poder, pues su obligación también es muy grande.
Si el artista es el sacerdote de la belleza, ésta debe buscarse según el mencionado principio de su valor interior. La belleza sólo se puede medir por el rasero de la grandeza y de la necesidad interior, que tan buenos servicios nos ha prestado hasta aquí.
Es bello lo que brota de la necesidad anímica interior. Bello será lo que sea interiormente bello. (7)
Maeterlinck, uno de los pioneros, de los primeros compositores anímicos del arte moderno que se producirá mañana, dice: No hay nada sobre la tierra que tienda con tanta fuerza a la belleza y se embellezca con mayor facilidad que el alma... Por eso muy pocas almas resisten en la tierra a un alma que se entregue a la belleza.(8)
Este rasgo del alma es el aceite que hace posible el movimiento ascendente y progresivo del triángulo espiritual: movimiento lento, apenas perceptible, a veces aparentemente estancado, pero siempre constante e ininterrumpido

Notas
1 Las obras calificadas de inmorales o son por completo incapaces de despertar cualquier vibración anímica (y entonces son, según nuestra definición, anti-artísticas) o producen una vibración anímica porque poseen una forma que en algún sentido es justa. Entonces son obrasbuenas. Sin embargo, cuando despiertan, aparte de esta vibración anímica, otras vibraciones puramente físicas (bajas, como se dice hoy), no habría que menospreciar la obra sino a la persona que reaccione con sentimientos bajos ante ella.
2 Esta libertad total ha de fundarse en base a la necesidad interior (que se llama honradez). Este principio no sólo es válido para el arte sino también para la vida misma, y es la mejor arma del verdadero superhombre contra los mediocres.
3  La imitación de la naturaleza por parte de un artista con vida anímica, nunca será una reproducción muerta de ella. El alma puede expresarse y hacerse oír también de esta forma. Por ejemplo, los paisajes de Canaletto, opuestos a los retratos tristemente famosos de Denner (Alte Pinakothek, Munich).
4 El hueco también podría llenarlo fácilmente el veneno y la peste.
5 Esta concepción del arte es una de las pocas filosofías idealistas que subsisten en épocas parecidas, y constituye una protesta subconsciente contra el materialismo, que persigue siempre una finalidad práctica. Por otro lado, demuestra el poder indestructible del arte y del espíritu vivo y eterno, que podrá ser narcotizado, pero nunca aniquilado.
6 Espero que haya quedado claro que me refiero a la educación del espíritu y no a una supuesta necesidad de introducir por la fuerza en la obra un contenido consciente o de revestir artísticamente este contenido pensado. En este caso no obtendríamos más que un resultado intelectual carente de vida. Ya lo decíamos más arriba: la verdadera obra de arte nace misteriosamente. Cuando el alma del artista está viva, no necesita el sostén de las teorías ni del intelecto. Por sí misma puede expresar algo que para el artista está aún poco claro en ese momento. La voz interior del alma le indica entonces la forma que necesita y de dónde debe tomarla (de la naturaleza interior o exterior). El artista que trabaja guiado por su intuición experimenta cómo una forma escogida de pronto e inesperadamente resulta errónea, y cómo automáticamente surge otra más idónea que ocupa el lugar de la forma rechazada. Böcklin dijo que la verdadera obra de arte había de ser como una gran improvisación: reflexión, construcción y composición previa tienen que ser las fases preparatorias con las que se alcanza un objetivo a veces sorprendente para el mismo artista. Así ha de comprenderse el futuro contra punto.
7 Este concepto de belleza no concierne, naturalmente, a la moral externa o incluso interna general mente admitida, sino a todo aquello que refina y enriquece el alma, también de forma intangible. Por eso en la pintura cualquier color es bello, ya que cada uno de ellos provoca una vibración anímica, y toda vibración enriquece el alma. Por eso, todo lo que sea exteriormente feo también puede ser interiormente bello, tanto en el arte como en la vida. Nada es feo en su resultado interior, es decir, en su efecto sobre el alma de los demás.
8 De la belleza interior (K. Robert Langewiesche Verlag, Dusseldorf y Leipzig, pág. 187).

© Helios Buira

lunes, 25 de febrero de 2013

LETRAS. PALABRAS. FRASES. PÁRRAFOS Y JULIO CORTAZAR.

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T.
Es una letra.
Si agrego a su lado otra, puede que se forme una palabra.
TU.
Pero, pudiera ser que al agregar otra junto a ella, nada se forme.
TR.
La letra tiene un nombre y es en sí misma.
Si las vamos acomodando ordenadamente una junto a otra, formamos palabras.
Ejemplo.
Es una palabra.
Pero, hay otras oportunidades. Si ordenamos las palabras conformadas por las letras una seguida de otra, podremos obtener oraciones.
El texto, pretende explicar.
Y si uno sigue hilvanándolas, sucede el párrafo.
La cuestión, es de qué manera se deciden las palabras, para querer decir algo que otros puedan leer. Aparece la intención.
Y en esa intención, seguramente, la intensidad de lo que se dice. O no.
Julio Cortázar, habló sobre las palabras, en una Charla pronunciada en el centro cultural La Villa de Madrid en 1981.

"Las Palabras" de Julio Cortázar

 Si algo sabemos los escritores es que las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman los hombres o los caballos. Hay palabras que a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas, terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad. En vez de brotar de las bocas o de la escritura como lo que fueron alguna vez, flechas de la comunicación, pájaros del pensamiento y de la sensibilidad, las vemos o las oímos caer corno piedras opacas, empezamos a no recibir de lleno su mensaje, o a percibir solamente una faceta de su contenido, a sentirlas corno monedas gastadas, a perderlas cada vez más como signos vivos y a servirnos de ellas como pañuelos de bolsillo, como zapatos usados. Los que asistimos a reuniones como ésta sabemos que hay palabras-clave, palabras-cumbre que condensan nuestras ideas, nuestras esperanzas y nuestras decisiones, y que deberían brillar como estrellas mentales cada vez que se las pronuncia. Sabemos muy bien cuales son esas palabras en las que se centran tantas obligaciones y tantos deseos: libertad, dignidad, derechos humanos, pueblo, justicia social, democracia, entre muchas otras. Y ahí están otra vez esta noche, aquí las estamos diciendo porque debemos decirlas, porque ellas aglutinan una inmensa carga positiva sin la cual nuestra vida tal como la entendemos no tendría el menor sentido, ni como individuos ni como pueblos. Aquí están otra vez esas palabras, las estamos diciendo, las estamos escuchando Pero en algunos de nosotros, acaso porque tenemos un contacto más obligado con el idioma que es nuestra herramienta estética de trabajo, se abre paso un sentimiento de inquietud, un temor que sería más fácil callar en el entusiasmo y la fe del momento, pero que no debe ser callado cuando se lo siente con fuerza y con la angustia con que a mí me ocurre sentirlo. Una vez más, como en tantas reuniones, coloquios, mesas redondas, tribunales y comisiones, surgen entre nosotros palabras cuya necesaria repetición es prueba de su importancia; pero a la vez se diría que esa reiteración las está como limando, desgastando, apagando. Digo: "libertad" digo: "democracia", y de pronto siento que he dicho esas palabras sin haberme planteado una vez más su sentido más hondo, su mensaje más agudo, y siento también que muchos de los que las escuchan las están recibiendo a su vez como algo que amenaza convertirse en un estereotipo, en un clisé sobre el cual todo el mundo está de acuerdo porque ésa es la naturaleza misma del clisé y del estereotipo: anteponer un lugar común a una vivencia, una convención a una reflexión, una piedra opaca a un pájaro vivo. ¿Con qué derecho digo aquí estas cosas? Con el simple derecho de alguien que ve en el habla el punto más alto que haya escalado el hombre buscando saciar su sed de conocimiento y de comunicación, es decir, de avanzar positivamente en la historia como ente social, y de ahondar como individuo en el contacto con sus semejantes. Sin la palabra no habría historia y tampoco habría amor; seriamos, como el resto de los animales, mera sexualidad. El habla nos une como parejas, como sociedades, como pueblos. Hablamos porque somos, pero somos porque hablamos. Y es entonces que en las encrucijadas críticas, en los enfrentamientos de la luz contra la tiniebla, de la razón contra la brutalidad, de la democracia contra el fascismo, el habla asume un valor supremo del que no siempre nos damos plena cuenta. Ese valor, que debería ser nuestra fuerza diurna frente a las acometidas de la fuerza nocturna, ese valor que nos mostraría con una máxima claridad el camino frente a los laberintos y las trampas que nos tiende el enemigo, ese valor del habla lo manejamos a veces como quien pone en marcha su automóvil o sube la escalera de su casa, mecánicamente, casi sin pensar, dándolo por sentado y por valido, descontando que la libertad es la libertad y la justicia es la justicia, así tal cual y sin más, como el cigarrillo que ofrecemos o que nos ofrecen. Hoy, en que tanto en España como en muchos países del mundo se juega una vez más el destino de los pueblos frente al resurgimiento de las pulsiones más negativas de la especie, yo siento que no siempre hacemos el esfuerzo necesario para definirnos inequívocamente en el plano de la comunicación verbal, para sentirnos seguros de las bases profundas de nuestras convicciones y de nuestras conductas sociales y políticas. Y eso puede llevarnos en muchos casos sin conocer a fondo el terreno donde se libra la batalla y donde debemos ganarla. Seguimos dejando que esas palabras que transmiten nuestras consignas, nuestras opciones y nuestras conductas, se desgasten y se fatiguen a fuerza de repetirse dentro de moldes avejentados, de retóricas que inflaman la pasión y la buena voluntad pero que no incitan a la reflexión creadora, al avance en profundidad de la inteligencia, a las tomas de posición que signifiquen un verdadero paso adelante en la búsqueda de nuestro futuro. Todo esto sería acaso menos grave si frente a nosotros no estuvieran aquellos que, tanto en el plano del idioma como en el de los hechos, intentan todo lo posible para imponernos una concepción de vida, del estado, de la sociedad y del individuo basado en el desprecio elitista, en la discriminación por razones raciales y económicas, en la conquista de un poder omnímodo por todos los medios a su alcance, desde la destrucción física de pueblos enteros hasta el sojuzgamiento de aquellos grupos humanos que ellos destinan a la explotación económica y a la alienación individual. Si algo distingue al fascismo y al imperialismo como técnicas de infiltración es precisamente su empleo tendencioso del lenguaje, su manejo de servirse de los mismo conceptos que estamos utilizando aquí esta noche para alterar y viciar su sentido más profundo y proponerlos como consignas de su ideología. Palabras como patria, libertad y civilización saltan como conejos en todos sus discursos, en todos sus artículos periodísticos. Pero para ellos la patria es una plaza fuerte destinada por definición a menospreciar y a amenazar a cualquier otra patria que no esté dispuesta a marchar de su lado en el desfile de los pasos de ganso. Para ellos la libertad es su libertad, la de una minoría entronizada y todopoderosa, sostenida ciegamente por masas altamente masificadas. Para ellos la civilización es el estancamiento en un conformismo permanente, en una obediencia incondicional. Y es entonces que nuestra excesiva confianza en el valor positivo que para nosotros tienen esos términos puede colocarnos en desventaja frente a ese uso diabólico del lenguaje. Por la muy simple razón de que nuestros enemigos han mostrado sus capacidad de insinuar, de introducir paso a paso un vocabulario que se presta como ninguno al engaño, y si por nuestra parte no damos al habla su sentido más auténtico y verdadero, puede llegar el momento en que ya no se vea con la suficiente claridad la diferencia esencial entre nuestros valores políticos y sociales y los de aquellos que presentan sus doctrinas vestidas con prendas parecidas; puede llegar el día en que el uso reiterado de las mismas palabras por unos y por otros no deje ver ya la diferencia esencial de sentido que hay en términos tales como individuo, como justicia social, corno derechos humanos, según que sean dichos por nosotros o por cualquier demagogo del imperialismo o del fascismo. Hubo un tiempo, sin embargo, en que las cosas no fueron así. Basta mirar hacia atrás en la historia para asistir al nacimiento de esas palabras en su forma más pura, para asentir su temblor matinal en los labios de tantos visionarios, de tantos filósofos, de tantos poetas. Y eso, que era expresión de utopía o de ideal en sus bocas y en sus escritos, habría de llenarse de ardiente vida cuando una primera y fabulosa convulsión popular las volvió realidad en el estallido de la Revolución Francesa. Hablar de libertad, de igualdad y de fraternidad dejó entonces de ser una abstracción del deseo para entrar de lleno en la dialéctica cotidiana de la historia vivida. Y a pesar de las contrarrevoluciones, de las traiciones profundas que habrían de encarnarse en figuras como la de Napoleón Bonaparte y de las de tantos otros, esas palabras conservaron su sabor más humano, su mensaje más acuciante que despertó a otros pueblos, que acompañó el nacimiento de las democracias y la liberación de tantos países oprimidos a lo largo del siglo XIX y la primera mitad del nuestro. Esas palabras no estaban ni enfermas ni cansadas, a pesar de que poco a poco los intereses de una burguesía egoísta y despiadada empezaba a recuperarlas para sus propios fines, que eran y son el engaño, el lavado de cerebros ingenuos o ignorantes, el espejismo de las falsas democracias como lo estamos viendo en la mayoría de los países industrializados que continúan decididos a imponer su ley y sus métodos a la totalidad del planeta. Poco a poco esas palabras se viciaron, se enfermaron a fuerza de ser viciadas por las peores demagogias del lenguaje dominante. Y nosotros, que las amamos porque en ellas alienta nuestra verdad, nuestra esperanza y nuestra lucha, seguimos diciéndolas porque las necesitamos, porque son las que deben expresar y transmitir nuestros valores positivos, nuestras normas de vida y nuestras consignas de combate. Las decimos, si, y es necesario y hermoso que así sea; pero ¿hemos sido capaces de mirarlas de frente, de ahondar en su significado, de despojarlas de la adherencias, de falsedad, de distorsión y de superficialidad con que nos han llegado después de un itinerario histórico que muchas veces las ha entregado y las entrega a los peores usos de la propaganda y la mentira? Un ejemplo entre muchos puede mostrar la cínica deformación del lenguaje por parte de los opresores de los pueblos. A lo largo de la segunda guerra mundial, yo escuchaba desde mi país, la Argentina, las transmisiones radiales por ondas cortas de los aliados y de los nazis. Recuerdo, con asco que el tiempo no ha hecho más que multiplicar, que las noticias difundidas por la radio de Hitler comenzaban cada vez con esta frase: Aquí Alemania, defensora de la cultura». Si, ustedes me han oído bien, sobre todo ustedes los más jóvenes para quienes esa época es ya apenas una página en el manual de historia. Cada noche la voz repetía la misma frase: .Alemania, defensora de la cultura». La repetía mientras millones de judíos eran exterminados en los campos de concentración, la repetía mientras los teóricos hitleristas proclamaban sus teorías sobre la primacía de los arios puros y su desprecio por todo el resto de la humanidad considerada como inferior. La palabra cultura, que concentra en su infinito contenido la definición más alta del ser humano, era presentada como un valor que el hitlerismo pretendía defender con sus divisiones blindadas, quemando libros en inmensas piras, condenando las formas más audaces y hermosas del arte moderno, masificando el pensamiento y la sensibilidad de enormes multitudes. Eso sucedía en los años cuarenta, pero la distorsión del lenguaje es todavía peor en nuestros tilas, cuando la sofisticación de los medios de comunicación la vuelve aún más eficaz y peligrosa puesto que ahora ataca los últimos umbrales de la vida individual, y debido a los canales de la televisión o las ondas radiales puede invadir y fascinar a quienes no siempre son capaces de reconocer sus verdaderas intenciones. Mi propio país, la Argentina, proporciona hoy otro ejemplo de esta colonización de la inteligencia por deformación de las palabras. En momentos en que diversas comisiones internacionales investigaban las denuncias sobre los::miles y miles de desaparecidos en el país, y daban a.. conocer informes aplastantes donde todas las formas de violación de derechos humanas aparecían probadas y documentadas; la junta militar organizó una propaganda basada en el siguiente slogan: «Los argentinos somos derechos y humanos». Así, esos dos términos indisolublemente ligados desde la Revolución Francesa y en nuestros días por la Declaración de las Naciones Unidas, fueron insidiosamente separados, y la noción de derecho pasó a tomar un sentido totalmente disociado de su significación ética, jurídica y política para convertirse en el elogio demagógico de una supuesta manera de ser de los argentinos. Véase como el mecanismo de ese sofisma se vales de las mismas palabras: como somos derechos y humanos, nadie puede pretender que hemos violado los derechos humanos. Y todo el mundo puede irse a la cama en paz. Pero acaso no haya en estos momentos una utilización mas insidiosa del habla que la utilizada por el imperialismo norteamericano para convencer a su propio pueblo y a los de sus aliados europeos de que es necesario sofocar de cualquier manera la lucha revolucionaria en El Salvador. Para empezar se escamotea el termino «revolución«, a fin de negar el sentido esencial de la larga y dura lucha del pueblo salvadoreño por su libertad -otro término que es cuidadosamente eliminado-; todo se reduce así a lo que se califica de enfrentamientos entre grupos de ultraderecha y de ultraizquierda (estos últimos denominados siempre como «marxistas«), en medio de los cuales la junta de gobierno aparece como agente de moderación y de estabilidad que es necesario proteger a toda costa. La consecuencia de este enfoque verbal totalmente falseado tiene por objeto convencer a la población norteamericana de que frente a toda situación política inesperada como inestable en los países vecinos, el deber de los Estados Unidos es defender la democracia dentro y fuera de sus fronteras, con lo cual ya tenemos bien instalada la palabra «democracia en un contexto con el que naturalmente no tiene nada que ver. Y así podíamos seguir pasando revista al doble juego de escamoteos y de tergiversaciones verbales que como se puede comprobar cien veces, golpea a las puertas de nuestro propio discurso político con las armas de la televisión, de la prensa y del cine, para ir generando una confusión mental progresiva, un desgaste de valores, una lenta enfermedad del habla, una fatiga contra la que no siempre luchamos como deberíamos hacerlo. ¿Pero en qué consiste ese deber? Detrás de cada palabra está presente el hombre como historia y como conciencia, y es en la naturaleza del hombre donde se hace necesario ahondar a la hora de asumir, de exponer y de defender nuestra concepción de la democracia y de la justicia social. Ese hombre que pronuncia tales palabras, ¿está bien seguro de que cuando habla de democracia abarca el conjunto de sus semejantes sin la menor restricción de tipo étnico, religioso o idiomático? Ese hombre que habla de libertad, ¿está seguro de que en su vida privada, en el terreno del matrimonio, de la sexualidad, de la paternidad o la maternidad, está dispuesto a vivir sin privilegios atávicos, sin autoridad despótica, sin machismo y sin feminismo entendidos como recíproca sumisión de los sexos? Ese hombre que habla de derechos humanos, ¿está seguro de que sus derechos no benefician cómodamente de una cierta situación social o económica frente a otros hombres que carecen de los medios o la educación necesarios para tener conciencia de ellos y hacerlos valer? Es tiempo de decirlo: las hermosas palabras de nuestra lucha ideológica y política no se enferman y se fatigan por sí mismas, sino por el mal uso que les dan nuestros enemigos y que en muchas circunstancias les damos nosotros. Una crítica profunda de nuestra naturaleza, de nuestra manera de pensar, de sentir y de vivir, es la única posibilidad que tenemos de devolverle al habla su sentido más alto, limpiar esas palabras que tanto usamos sin acaso vivirlas desde adentro, sin practicarlas auténticamente desde adentro, sin ser responsables de cada una de ellas desde lo más hondo de nuestro ser. Sólo así esos términos alcanzarán la fuerza que exigimos en ellos, sólo así serán nuestros y solamente nuestros. La tecnología le ha dado al hombre máquinas que lavan las ropas y la vajilla, que le devuelven el brillo y la pureza para su mejor uso. Es hora de pensar que cada uno de nosotros tiene una máquina mental de lavar, y que esa máquina es su inteligencia y su conciencia; con ella podemos y debemos lavar nuestro lenguaje político de tantas adherencias que lo debilitan. Sólo así lograremos que el futuro responda a nuestra esperanza y a nuestra acción, porque la historia es el hombre y se hace a su imagen y a su palabra.

© Helios Buira

domingo, 24 de febrero de 2013

ALGO PERSONAL. PERO NO TANTO. A MUCHOS LE ACONTECE.

96

Hace ya una cantidad de años que hago anotaciones que llamo, justamente, “cuadernos de anotaciones” Allí hay de todo. Anécdotas, días míos, pensamientos y todo lo que viene para ser testimoniado allí.
A veces tomo uno de esos cuadernos, como al azar y leo lo que escribí hace años.
Hoy, encontré esto:

“Jueves, veinticinco de Julio del noventa y seis.
Diez de la noche.
Sahumerio, mate y las Cuatro Piezas Sacras de Verdi. Emoción pura.
Hace frío. Mucho frío. Invierno en su máxima expresión.

El ánimo tiene peso. Lo económico hace de lastre.
Debo insistir, hacer fuerza para salir de este mal momento que tanto perturba. Necesito un respiro.
Hoy fui a Solís, luego terminé en lo de Leticia tomando mate pues tenía frío. Para el jueves próximo espero (desespero) que alguien vaya a inscribirse para tomar clases de dibujo; hice algunos llamados telefónicos a personas que dejaron sus datos en el cuaderno de la muestra, que, espero, deseo, resulte favorable.
Mañana iré a Recoleta a ver si me encuentro con Marta Patrón Costa, que dijo me compraría una obra. Pues bien, pienso intimarla, hacer que se decida. (Digo, ahora que esto transcribo, que la obra fue comprada).
Me perturba esto de tener que pelear lo económico de miles de maneras, me resulta fastidioso, pues siento que el interés de las personas por lo que hago se diluye, no cuenta para quienes me dicen cosas que luego no cumplen. Y cuando esto le sucede a quien depende de esas palabras, esas promesas para salir del mal paso, aunque sea por unos días, es casi cruel. Angustia.
De todas maneras, sé que ya llegará otro tiempo. Mi Esperanza en bandolera me caracteriza como viejo combatiente contra las inclemencias.

Trabajé en la obra, planté dos de las figuras de las tres que completarán el todo escultórico; el viejo trozo de tirante que encontré días pasados mientras caminaba por el barrio, ya está ubicado en su lugar y con las tres figuras, creo que concebiré una obra que puede llegar a ser interesante, que pertenece a la serie Tótem-Tabú y cuyo título, si no aparece otro, será el ‘Tótem de lo que queda’, y el tirante será la muestra de la destrucción, de lo que se desploma.
Voy bien. Este comienzo me dice de otras obras que saldrán a luz. Digo esto y recuerdo cuando Sábato, en una reunión en su casa, mientras charlábamos con algunos amigos, él dijo: “Helios está en tiempo de parto, pronto dará a luz” Se refería a que estaba por inaugurar la muestra en Recoleta.
Tengo ganas de repetir obras anteriores, pero con otros materiales, para sentir y comprobar cuál puede ser la diferencia. Greco me habló de un cemento plástico que puede modelarse como si fuese arcilla, que luego seca como piedra. Me interesa, veré de conseguirlo.

Estuve en una reunión en el Teatro San Martín, en la que presentaron las nuevas autoridades de Cultura en el municipio. Allí tuve una intervención en la cual creo haber dejado en evidencia a algunos trepadores, arribistas y ladrones que intentan ubicarse en algún cargo para seguir realizando sus fechorías; espero que las autoridades me hayan escuchado y obren en consecuencia. Estoy en pie de lucha.
Diana Saiegh, que deja el cargo de Directora General del Recoleta, me pidió una escultura que había expuesto y a ella la emocionó; “Atada a su propio marco”. Se la regalé. Lloró y me agradeció. Deseo que le haga bien”

Sigue el texto, pero creo que con lo que muestro, digo, a cuántos de quienes estamos en el mundo del arte nos suceden cosas como estas, en lo creativo, en lo económico, en la existencia y llevan una vida de lucha constante haciéndole frente a la adversidad.
Hoy, alguien publicó en Facebook, una foto de Renoir. A este inmenso, que tenía un reuma deformante, su hijo, le ataba los pinceles en la mano, para que su padre pudiera seguir creando belleza.
Esta foto me hizo pensar en lo titánico de aquellos grandes que dejaron huella.
Y una frase que me acompaña desde hace mucho: “Transformarse en una Gárgola, para soportar el vendaval” Sí, esas que están en lo alto de las torres de las catedrales soportando las inclemencias temporales.

© Helios Buira

sábado, 23 de febrero de 2013

SOBERANÍA CULTURAL. MERCADO. INDUSTRIA.

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¿Qué quiere decir soberanía cultural?
Si un país es soberano, libre e independiente ¿No es de hecho un país soberano culturalmente? Si se entiende por cultura, a la manera en que viven los pueblos.
Porque si tenemos que hablar de soberanía cultural fuera del todo de la soberanía, hay algo que no cierra.
O somos soberanos, o no lo somos.
Salvo, que se esté hablando de una lucha para llegar a la soberanía y entonces, tendríamos mucho para revisar, para debatir, proponer y obrar en consecuencia.
Este prologuito, es para mencionar que en un diario, leo la noticia que dice que se organiza la Segunda Edición del Mercado de Industrias Culturales, para promover la producción cultural local y darle proyección internacional. Pero sigo leyendo y continúa la información, que dice: El evento es una apuesta fuerte a la soberanía cultural. Productores y artistas tendrán la posibilidad de encontrarse  con las principales empresas de las industrias culturales de todo el mundo y abrir nuevas oportunidades de negocios.
Y aquí se me cae la estantería.
Quiere decir, que para los organizadores del Mercado de Industrias Culturales, la independencia cultural, pasa por someterse a un mercado de negocios, de compra y venta, de productores, de industrias culturales. Todas palabras creadas por el capitalismo, y que el neoliberalismo llevó adelante en su afán por considerar al mundo como un gran negocio, pero que las ganancias, siempre fueron para unos pocos.
Al mercado, no le interesa el arte, ni la cultura, ni el hombre. El mercado tiene sus propias reglas y la más importante, es una frase; Ganancias económicas.
Entonces, no se puede hablar de independencia, cuando algo se somete a esa extraña dictadura (como bien lo dijo Viviane Forrester) que todo lo cosifica, todo lo corrompe.
Sigo leyendo la información que da el diario y dice: El objetivo es generar negocios, intercambiar información y presentar la producción local a los principales referentes de todo el mundo. Es decir, se trata de fortalecer el mercado interno y a la vez, posicionar al sector de las industrias culturales en el mercado internacional, dando cuenta de su calidad y sus precios competitivos.
Como si se estuviese vendiendo soja, automóviles, zapatillas, trapos de piso o lo que fuere, a los distintos mercados internacionales, previo fortalecimiento del mercado interno.
Esta cuestión de la compra venta, mercado interno, mercado externo, se corresponde con la cultura de un país, con sus maneras de relación con el mundo.
Pero, este concepto de mercado de industrias culturales, parcializa la cuestión y comienzan a referirse a la producción de las diferentes expresiones artísticas, que, en mi subjetiva apreciación, nada tienen que ver con las palabras industria, mercado, empresas y todo lo que se pueda decir en la concepción economicista del mundo.
Sigue la nota: Los sectores que participan son: artes escénicas, audiovisual, diseño, editorial, música y videojuegos. También las artes escénicas, que en esta oportunidad incluirán la danza como disciplina específica. Otra de las novedades es que se prorrogó la fecha de cierre de la convocatoria. Así que es posible anotarse hasta el 28 de febrero inclusive para participar de las rondas de negocios.
Lisa y llanamente, negocios.
Entonces, aparecerán los empresarios, los de siempre, los que tienen “contactos”, los del poder económico, y se quedarán con todo.
Y luego de ello, como ya tienen el poder cultural, serán quienes nos digan qué es la cultura y qué se tiene que hacer en materia de expresión artística, para que el mercado no decaiga.
Sigue: Durante cuatro días, productores y artistas tendrán la posibilidad de encontrarse con las principales empresas de industrias culturales de todo el mundo y abrir nuevas oportunidades de negocios. De esta manera, explican los organizadores, se profundizará la dinámica federal que se puso en marcha durante los seis preMICA realizados el año pasado en las distintas regiones del país –Noreste, Noroeste, Centro, Buenos aires, Cuyo y Patagonia- en los que se reunieron 2500 pequeñas y medianas empresas, en más de diez mil rondas de negocios. Como en ellos, esta vez también habrá mesas de debate, workshops, capacitaciones y seminarios en cada sector. Pero a la vez, se sumaron nuevas iniciativas. Una de ellas es la inclusión de consultorías interministeriales. "La idea es que los productores puedan tener toda la información consolidada en relación a programas de estímulo, tutorías, capacitaciones sectoriales, subsidios y créditos", indicaron desde la organización.
¿Quiénes tienen acceso a todo este palabrerío mercantil? Los sectores de poder. La sociedad en su conjunto, no.
“Entonces, lo que está aconteciendo, es una especie de relativismo cultural, que nos dice que hay culturas diferentes, que unas serían tan legítimas como las otras, pero, las que tendrán vigencia, serán las que el poder económico determine. -Dice García Canclini- y agrega: De esta manera, se elude el problema de que muchas de esas diferencias son resultado de la desigualdad.”
Sucede que los sectores hegemónicos, por ahora (y espero que por poco tiempo) son los que deciden, mientras, el resto, mira desde afuera.
¿No será tiempo, ya, de que los artistas de todas las disciplinas expresivas salgan con sus obras a decir basta, de la misma manera que los pueblos de América del Sur, están empujando hacia la liberación de la hegemonía del neoliberalismo?
Como dice Sábato: “Que la obra de un artista se venda, es bueno para él. Pero hacer obras para vender…”
Y lo digo así: Estoy con un arte militante, un arte político, que esté enfrentado y se muestre decididamente contra el neoliberalismo.
Luego, que cada quien elija de que lado está, o se posicione donde sienta que debe estar su creación artística.

© Helios Buira

viernes, 22 de febrero de 2013

DE LAS CARTAS. A RUBÉN GARCÍA LAURITO.

94

Fin del 2000

Queridísimo Rubén.
El silencio no implica olvido. Y mucho menos la pérdida de afecto y la admiración, que están en vigencia plena.
Aquí, en mi taller, un alto en la tarea intentando llegarte al menos, de esta manera.
Una bella tarde de sol, que huele ya a Otoño, con ganas de que se presente pronto, pues para mí, es la estación más hermosa.
Trabajo arduamente en la serie “De Escaleras y Otras Referencias (subir, no es lo mismo que elevarse)” que trata justamente acerca de las distintas maneras que tienen las personas para trepar en lo terreno, en lo cotidiano, o bien, para ascender espiritualmente, también en lo terreno y en lo cotidiano.
Es una manera de dualismo, algo como pendular y cada observador tendrá la opción de significar la zona que la obra le sugiera. Tal vez se trate de una síntesis visual de los comportamientos humanos, creo que desde tiempos remotos, aunque vistos desde hoy y desde mí.
Una de las obras se titula “Gólgota”, con lo que ese título representa; son tres figuras, pero no están crucificadas, sino que penden, ahorcadas, de una estructura que conforma un arco de futbol. Pero no es algo ficcional, sino que, (tremendo recordarlo), cuando trabajaba en Canal 11, una mañana, desde el colectivo, vimos esa escena dantesca en una cancha de fútbol; éramos pocos pasajeros, invierno, había neblina y esas sombras allí colgadas, nos impresionaron de manera inenarrable.
Esta obra, tiene apoyada sobre el arco una escalera, como símbolo, si vale decirlo, de que por ella subieron quienes cometieron semejante crimen. Fue por el año ’76, la dictadura recién comenzaba con el horror.
Observá que recién ahora, pude componer esa imagen, que me angustió por tanto tiempo. Han pasado veintiséis años.
Te enviaré fotos de las obras que vaya terminando y bocetos (dibujos) de las que tengo en realización. No recuerdo si en cartas anteriores te hablo sobre esta serie, pero de ser así, tomalo como ampliación del tema.
Estamos atravesando por momentos difíciles para esta civilización, y lo que acontece me hace pensar que estamos en los comienzos del fin del imperio, como ha sucedido con todos los imperios en el transcurso de la humanidad sobre el planeta.
Cuando los imperios se saturan de poder, ingresan en una zona sin retorno de autodestrucción, pues la corrupción, la impunidad, la hipocresía, toman forma de nobleza y la decadencia se manifiesta en la inversión de los valores y comienzan a ser lícitos los horrores que se cometen en nombre de esa falsedad. Todo esto, ya está globalizado.
Porque el poder económico, el poder mercado, para sostener el imperio –ya lo han dicho-, arrasarán con todo aquello que pretenda hacer peligrar sus intereses. Ponele nombre a cualquiera de los países que ya están siendo atacados, para “llevarles la democracia” y poner orden.
Rubén. De los seis mil millones de habitantes que hay en el planeta, casi dos mil millones, padecen hambre, o están bajo la línea de pobreza, en la indigencia. ¡Dos mil millones, Rubén! ¿Cabe esto en tu cabeza? Debería decir mejor: ¿Cabe esto en tu corazón? Porque no creo que sea razonable. Sólo el sentimiento de los hombres, la militancia social, lo solidario, podrá modificar esta insensatez.
Allí, en ese contexto sensorial, en el mundo del espíritu, es donde quiero concentrar la realización de mi trabajo escultórico.
Dejo por un rato, luego sigo.

El rato se transformó en unos días después.
Deseo que todo lo tuyo esté bien, que se cumplan los proyectos, que tu universo personal esté en armonía con la Energía Universal y si así no fuere, bueno, pues, convocaremos a los dioses para que todo se modifique favorablemente.
Pronto te enviaré algunos dibujos, estoy trabajando fuerte, con ganas. Animado.
Lo que recibiste anteriormente, son fotografías de la última muestra que hice en Recoleta, a modo de Homenaje a Soledad Rosas. Rescato esto que salió en el diario La Nación (sabés que lo detesto)

PARTE DEL AIRE

Esculturas de Helios Buira en Recoleta

Hasta el domingo 10 puede visitarse, en el Centro Cultural Recoleta, una conmovedora serie de esculturas, y dibujos de Helios Buira.

El artista realiza esta vez, y a su manera, un homenaje poético y testimonial a la joven anarquista argentina Soledad Rosas, que muriera trágicamente el año último en una cárcel de Italia. En la visión particular de Buira, la imagen desoladora de esta mujer de poca suerte se transforma casi en un haz luminoso. Con un tratamiento minucioso y sensible, Buira acusa al mundo de las apariencias, cruel e individualista, por haber condenado a los seres que no pueden adaptarse a sus reglas. Estas esculturas son el resultado de un extraño cruce entre formas abstractas y perfiles de una realidad cruda. Nadie que las vea y se deje llevar por su impronta podrá quedar indiferente. El cuerpo sin vida de Soledad Rosas cuelga desde el espacio, ubicado para siempre en un punto en el que ya nadie puede hacerle daño.

Helios Buira . Esculturas. Hasta el 10 del actual, en el Centro Cultural Recoleta. Junín 1930. Tel. 803-1041. Martes a viernes, de 14 a 21; sábados y domingos, de 10 a 21. Gratis

Publicado en el Diario La Nación, de Buenos Aires, el viernes 8 de enero del 2000

Creo que la persona que escribió la nota, “miró bien”, por ello pudo trazarla. Se acerca bastante a mi propuesta, al Homenaje.
En uno de los días en que estaba en la sala, ingresó un joven, recorrió las obras, preguntó quien era el autor, le dije que yo y me abrazó fuertemente, llorando. Él estaba de paso por buenos Aires, vive en Italia y el llanto, me explicó luego, fue porque él militaba con Soledad en el grupo de Okupas.
Me confirmó que la asesinaron en la cárcel, al igual que a Edo, su pareja.
Cuando me suceden estos encuentros, quedo en asombro permanente. En el cuaderno que puse para que los visitantes a la muestra escribiesen su sentir, él escribió:

“No olvidamos a Soledad, no olvidamos a Edo.
Seguiremos okupando y luchando.
Si te animás a venir a Italia, allí tendrás los espacios que okupamos para que expongas tu obra que es conmovedora”

Observo por la ventana del bar y veo a las personas que pasan presurosas, esquivándose; sus rostros serios, ásperos, concentrados, que dicen de la crisis, de estos tiempos difíciles. Siento que están tristes, quizás, porque cada día es más difícil sobrellevar lo cotidiano.
En otro tiempo, puede que haya pensado que veía el mundo que me rodeaba, lo veía mal, por mi estado anímico; pero esta vez no es así, pues estoy en un gran momento, con proyectos, trabajando duro en el taller, o sea, que no tengo mucho para preocuparme. Y como lo económico ha sido siempre una precariedad en mi existencia, luego de tantos años, aprendí a sobrellevar las carencias de la mejor manera, cosa que no moleste.
Digo con esto, que mi visión de los rostros tristes de las personan que andan por las veredas de Buenos Aires, no es una expresión de mi estado anímico. Por ello, en la muestra venidera, en el catálogo, dirá: “Mi obra no debe ser vista como la realidad. Pero no se puede prescindir de ella para ser comprendida”
Soy un testigo de este tiempo y cuento o intento contar lo que veo y siento.
Los que quedan vivos, después de un terremoto, por ejemplo, son los que pueden contar luego lo ocurrido. Pero, seguramente, antes de contarlo, fueron protagonistas en las tareas de rescate, en solidarizarse con los que no estaban en sus mismas condiciones.
Creo, con toda humildad, que puedo contar algo de lo que acontece en el mundo, con la esperanza de que mi obra pueda servirle a alguien, para encontrar su mundo. Y si fuese así, entonces sentiré, luego comprenderé y aceptaré que el arte, sirve para algo más importante que ser un objeto estético, o una cosa del mercado.

Va mi abrazo
Lento y apretado
Helios

© Helios Buira

jueves, 21 de febrero de 2013

DE ENTREVISTAS. SYLVIA IPARRAGUIRRE

93

Sylvia Iparraguirre
Escritora
.
HELIOS BUIRA - Sylvia: contale a los lectores de Arte y Letras, acerca de tus inicios en el mundo de las letras.

SYLVIA IPARRAGUIRRE: - Me inicié como lectora y sigo así, fui y seré una lectora omnívora. Tuve la suerte de tener una biblioteca cerca, en la casa de mi abuela. De ahí viene mi gusto por las enciclopedias que no me abandona. De ahí viene mi primera lectura de Tolstoi, de Robinson Crusoe, y también el placer de encontrar libros raros o que me lo parecían pero que estimulaban mi curiosidad por leer. También el descubrimiento de la poesía. La escritura vino mucho después.

HB: - Cuándo sentiste o supiste ese... "ahora soy escritora"

SI: - No es algo que haya sentido en un momento preciso. Desde ya no con mis dos primeros libros, tal vez con el tercero empecé a considerarlo. Es bastante inasible eso de “ser algo”. De todos modos, hace ya mucho tiempo que me sé escritora. Es algo que tiene que ver conmigo, no con los demás.

HB: - Es tendencia que cuando alguien dice artista, se refiere a quienes su obra compete al mundo de las artes plásticas. En cambio, se dice escritor en referencia a los narradores. O poeta, o dramaturgo. ¿Cuál es la diferencia si es que la hay?

SI: -Artista es una palabra ambigua, tiene un registro muy amplio. Puede ser la manera ingenua en que alguien se refiera a otro que hace una actividad fuera de lo común, especialmente actores. Se dice: un artista de la televisión. Pienso que en el arte la dimensión la da la contundencia de un oficio, la palabra que nombra un oficio. No puedo pensar a Miguel Ángel como “artista”, pienso “escultor” o “pintor”. Si digo “uno de los grandes artistas de la humanidad” entonces digo algo. Pero Leonardo por ejemplo, es un genio, uno de los pocos a los que cabalmente se le puede aplicar la palabra. No diría es una artista, aunque, naturalmente lo es. En cuanto a los escritores, para mí son siempre escritores, poetas o dramaturgos.

HB: - ¿Referentes? O admirados, guías, esos por los cuales significaste la senda. Tu camino de escritora.

SI:  La lista sería interminable; cada escritor que he leído me ha formado, pero hay muchos que releo constantemente: Borges, Arlt, Rulfo, Joyce, Carpentier, Tolstoy, Fielding, Echeverría, Kafka, Chejov, Faulkner, Berveroba, Sarmiento, Virginia Woolf, Baudelaire, Mijaíl Bajtín, seguirían decenas. Y, sin duda, Abelardo Castillo.

HB: - Al escribir tus obras. ¿Sos de corregir? Me refiero a si corregís con vehemencia, o aceptás lo que fluye y lo vas dejando así, como sale.

SI: - En un primer momento acepto todo lo que fluye porque en ese fluir aparecen cosas que valen la pena, algunas. Después corrijo con vehemencia, con dudas, con dedicación. Es muy raro, rarísimo diría, que lo deje así, como sale.

HB: - ¿Cómo llegás a la forma, a decir eso que contás tan bellamente?

SI: -  La forma para mí siempre es una búsqueda de lo que quiero decir;  tal vez una de las formas de la belleza sea la claridad, lo que no quiere decir simplicidad. La forma es una de las cuestiones más arduas en literatura porque mientras el pintor o el escultor ven su materia, la palpan, el escritor tiene como materia prima las palabras. Y las palabras tiene una larga historia antes de llegar a nosotros; ya han dicho todo, o casi todo. Entonces hay que buscar una forma en que las palabras empiecen a decir aquello que uno quiere decir. Sin contar que la novela como género implica una gran problemática de la forma: la representación del tiempo y el espacio, por ejemplo. La elección del punto de vista, la construcción del personaje. Son todas cuestiones de la forma.

HB: - ¿Cuál es tu manera de trabajar, de escribir la obra? ¿Hay alguna hora en particular, o lo hacés cuando aparece eso que llaman "inspiración”?

SI: - Sinceramente desconozco lo que llaman inspiración. Cuando estoy escribiendo casi todo lo de alrededor empieza girar en torno a lo que estoy haciendo: nombres, coincidencias, ideas súbitas, diálogos de la realidad que “tiene que ver” con lo que escribo o que remiten a lo que estoy pensando. Sucede esto cuando estoy adentro de lo que narro, cuando logré llegar a un punto en el que la realidad de la ficción es tan real y fuerte como la realidad en que vivo. En ese punto pueden aparecer ideas núcleo, por llamarlas de alguna manera, que hacen avanzar el trabajo. Son como pequeñas iluminaciones dentro de lo que estás haciendo.

HB: - ¿Hay referencias de escritores que trabajaron o trabajan por encargo? Que una editorial, le diga: -Escríbame sobre este tema... - digo, por ejemplo.

SI: -Se han hecho cosas maravillosas por encargo. Desde ya, todo el Renacimiento es arte por encargo. Roberto Arlt escribía por encargo ya que vivía de las notas que debía publicar día tras día en su columna. La revista El Hogar le encargaba a Borges escribir reseñas de libros argentinos y extranjeros que hoy son modélicas. Es posible que una editorial le sugiera a determinado tipo de escritor que siga una línea, en el sentido más comercial. A veces las editoriales hacen antologías temáticas (el amor, por ejemplo, o la violencia) y le piden a un grupo de escritores que escriban cuentos sobre el tema. Hay excelentes antologías de este tipo. Pero no es lo habitual.

HB: - Mujeres. ¿Quiénes te atrapan, te llenan de regocijo al leerlas?

SI: - Al leerlas y al releerlas: Katherine Mansfield, Mercé Rodoreda. Carson MacCullers, Flannery O'Connor, Virginia Woolf, Sylvia Plath, Nina Berverova, Angélica Gorodischer, Margueritte Yourcenar, Ana María Matute, Griselda Gambaro, Charlotte Brönte... y podría seguir la lista

HB: - ¿Hay diferencias entre un escritor y una escritora? Me refiero a si corresponde hacer la diferencia.

SI: - No encuentro ninguna diferencia a la hora de escribir. Los resultados tampoco deben medirse por el sexo del autor sino por la calidad literaria que alcanza un libro. Tal vez el punto de vista sobre lo narrado o la posición del autor frente a lo que narra varíe según sea mujer u hombre; sus intereses tal vez varíen. Lo que se persigue es lo mismo: cierta intensidad y la comuniación con el lector.

HB: - ¿Te sentís embanderada o cercana a alguna corriente literaria? ¿Existen corrientes literarias?

SI:  - No; a mí me alimenta todo. Me gusta la diversidad y libros muy distintos me pueden resultar igual de fascinantes. Existen recorridos, formas de entender la literatura y la manera de narrar. Existen también las modas efímeras. A veces se confunde la crítica literaria con la literatura. Son cosas completamente distintas, aunque creo en el “crítico como artista”, como lo describió Oscar Wilde.

HB: - Leo y escucho que en esta crisis planetaria, es necesario un arte político. Decinos algo sobre esto, si concebís o no, la posibilidad de un arte político.

SI: - Todo arte es político. El arte reformula la realidad desde una ideología, e ideología quiere decir aquí manera de ver el mundo, escala de valores. El simple hecho de hacer pensar ya es político. No hablo de político en el sentido estrecho de “partido político” sino del modo de plantarse frente a la realidad y que esa realidad  no sea indiferente. Sería lo opuesto al opio de la televisión, a esa adormidera rebuscada, a ese espejo deformante totalmente comercializado. No toda. Veo cosas buenas que tiene que ver con el cine o con los documentales o con el arte en general.

HB: - ¿Cuál es el compromiso del escritor? ¿Con qué se compromete?

SI: - Un escritor se compromete con el mundo en que vive. Personalmente me preocupa la pobreza, la marginación, la falta de oportunidades que padece tanta gente, sobre todo los chicos. La imposibilidad de acceder a una vida mejor. Me importan la violencia y la crueldad que imperan y cómo se reproducen en el mal cine y la mala televisión que una inmensa cantidad de gente recibe sin filtro, sin poder oponer resistencia por falta de educación. En cuanto a lo que escribo, mi compromiso es hacer lo mejor que sé, dar lo mejor que pueda en un libro.

HB: - Balzac, Dostoyevski y Kafka. ¿De quá manera crees que responden a un compromiso con el hombre?

SI: -En que han expandido la manera de representar al hombre en cada época; han profundizado en lo esencialmente humano hasta tal punto que son universales. Un lector o lectora sea japonés o argentino o europeo pude encontrarse en sus ficciones y no sólo encontrarse, sino acceder a un grado de complejidad del mundo y de la existencia que lo lleve a comprender un poco más su propia realidad.

HB: - Sylvia. Terminando el encuentro. Contanos en qué estás trabajando por estos días y si hay alguna publicación en camino.

SI: - Estoy escribiendo una novela de la que espero tener una primera versión en unos dos meses; cuando la termine empezaré a considerar su publicación.

HB: - Te agradezco muchísimo por las respuestas, pero mucho más, por tu obra. Por la calidad y la belleza de tu obra.

SI: -Muchas gracias 

© Helios Buira

miércoles, 20 de febrero de 2013

DE LAS CARTAS. AL VASCO CASTELLI

92

Año 2000
Queridísimo Vasco.

Cuánto silencio y que extenso el tiempo sin vernos.
Pero estás aquí, en mi taller, pues te pienso y siento estas ganas de escribirte
Recuerdo que hablamos por teléfono acerca de algún proyecto en común, Pero luego no hubo nada para comunicarnos. Algo pasó.
Hasta marzo no iré al Recoleta, licencia ordinaria que le dicen, pero no en el taller, que estoy trabajando con buena energía, metiéndole con ganas a las ganas.
Avanzo con la serie de las escaleras que di en llamar definitivamente: “De Escaleras y Otras Referencias (subir no es lo mismo que elevarse). Ya hemos hablado sobre este tema y creo, que viste algunos bocetos, algunas ideas en dibujo. Estoy indagando, profundizando y llegando a zonas que deseaba llegar en cuanto al decir, al contar.
Me declaro testigo. Si testigo es el que puede contarlo, bueno, quiero ser un testigo insobornable de cuanto acontece en este dolido planeta, quiero contar lo que veo y siento, decirlos desde la metáfora.
Sostengo aquello de que la lucha, es a golpes de metáforas.
Éste es un momento difícil para el arte, pues la mayoría de los artistas están embarcados en la nave que recorre el proceloso mar de los mercados y se someten a las pesadas cadenas de las reglas que lo regulan. A la vez, con esta actitud adormecen el carácter, la atención, sumergiendo en las profundidades de lo mundano a la verdad y a la belleza. Es más, ellos mismos perecerán en esos fondos, siendo recordados como los decoradores de este horror globalizado.
Más no importa: el arte y la verdad se alzarán victoriosos, con una fuerza vital propia e indestructible, como viene aconteciendo desde hace milenios.
En el momento que esto escribo, escucho las Cantigas de Alfonso X, que vienen desde el mil doscientos.
¿Lo pensás Vasco? ¡Ochocientos años sobre el planeta! Y esta música tiene la misma vigencia que cuando fue concebida. Se trata de las Cantigas de Santa María, una compilación de 428 obras, todas, de una belleza sideral.
¡El arte es un absoluto Vasco! Con sentido de eternidad.
El tiempo no tiene principio ni fin. El hombre necesita acotarlo por sus necesidades y por su corta estancia en el planeta. Y cada vez es más cortito, más rápido, pues el mercado así lo determina. ¿Quién va a componer hoy en día, una música que pueda ser escuchada ochocientos años después? ¿Quién va a escribir una obra como la Divina Comedia, que El Dante comenzó allá por el mil trescientos? Reitero lo que dije sobre la música. El Dante, tiene la misma vigencia hoy, que cuando escribió su inmensa obra. ¿Quién puede escribir algo como Macbeth u Otelo y qué centenios después, llegue otro inmenso llamado Verdi  y lleve esas obras a lo más alto de la Ópera? O los esclavos de Miguel Ángel; memorando a la vez, que hace unos veinticinco mil años, los artistas de las cuevas plasmaron las escenas de sus formas de vida. O sea, argumentos irrefutables sobre lo que estoy diciendo y no le da chances a los tontitos que hablan de arte efímero como si fuese una verdad eterna y encima, lo tienen que llamar arte, cuando sólo se trata de una expresión efímera. Claro, si no anteponen la palabra arte, ni ellos mismos se lo creen.
Ya te había dicho que no discuto ni hablo más sobre el arte, ni la estética, ni nada que teorice acerca de lo que hago. Soy un hacedor.
Tengo necesidad de contar algo que siento y pienso y lo hago de la manera en que me toca decirlo. Sea con esculturas, dibujos, o fotografías.
Y que cada quien haga lo suyo.
El tiempo y la Energía Universal, ponen siempre, las cosas en su lugar.
Dame una respuesta.
O venite a casa. Me agradaría que te llegues a cenar y a la vez, energizarnos para seguir metiéndole a las ganas.
Que estés Bien.
Lento y apretado abrazo.
Helios

© Helios Buira

martes, 19 de febrero de 2013

REALIDAD. FICCIÓN. CONTRASTES. ¿POR QUÉ, LOS NIÑOS?

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Creo que las siguientes noticias que transcribo, me limitan para intervenir desde un texto mío, desde un pensamiento, pues cuando se desencajan las manifestaciones humanas y van hacia el horror, me resulta casi imposible ordenar palabras que quieran decir algo sobre esa zona de la condición humana.
La noticia en el diario informa:

Degolló a sus dos pequeños hijos porque su ex no quería volver con él

 Las víctimas tenían dos y siete años. El hecho ocurrió en San Francisco Solano, partido de Quilmes. El asesino dejó una carta. La madre de los chicos fue quien encontró los cuerpos. La pareja se había separado hace dos meses.

Ahora podés hacer lo que quieras, ya no te voy a molestar más", escribió Julio César Argüello, de 33 años, antes de degollar a sus dos pequeños hijos de dos y siete años en el comedor de su casa de San Francisco Solano, en Quilmes. Después, el hombre apoyó el filo de la cuchilla de cocina en su cuello y se provocó un corte mortal. La destinataria de la carta era su ex mujer, Patricia, de quien se había separado hacía unos dos meses luego de pasar 12 años juntos.

La información continúa con más detalles sobre lo ocurrido, pero creo que este fragmento de la noticia basta para saber de qué se trata, de cómo está la sociedad, cómo los humanos de esa manera, también expresan su condición.
El mensaje de odio, de bronca, de celos o como se llame, es dado a través de los niños, de criaturas indefensas. Puede ser, en este caso, por desavenencias conyugales, o, como en otros, como mensajes mafiosos (Caso Candela). El asunto, es que para ello, para “castigar al otro” son asesinados niños inocentes.

El contraste en la ficción

ENTREVISTA A JENNIFER GARNER
"Tener un hijo es algo transformador"

 La actriz protagoniza La vida de Timothy Green, película que se estrena este jueves y aborda distintas cuestiones sobre el amor familiar.
La reconocida actriz Jennifer Garner supo captar la atención del escritor y director Peter Hedges después de mucho tiempo. Finalmente, el destino quiso que ambos pudiesen trabajar juntos en La extraña vida de Timothy Green, la nueva película del director que el jueves llegará a los cines locales.
La actriz que saltó a la fama por medio de films como Juno, Butter y Alias, se sintió atraída por el proyecto que Hedges le presentó. "Amé este guión", confesó la actriz. "Pensé que era tan hermoso; me puso sentimental. Adoré que se tratara de una familia, y me gustó que explorase la idea del amor familiar desde ángulos tan diferentes", agregó.
Trabajar con Hedges estuvo a la altura de lo que Garner esperaba. "Confío mucho en la visión de Peter", afirmó la actriz. "Sé que él está realmente atento a la actuación y siento que tiene un excelente gusto. Es entretenido actuar para él porque es un gran fanático de los actores, de la actuación. Sentís ese apoyo y ese entusiasmo que viene desde detrás del monitor. Es una historia clásica y lo que más me gusta es que, a la vez, es una historia nueva. No es algo reversionado; es una idea original de Ahmet Zappa que Peter (Hedges) tomó con ambas manos y trajo a la vida", concluye Garner.
–¿Cómo describirías el film que protagonizar?
–El film trata de una familia que comienza como una pareja que tiene problemas para concebir un hijo y está muy apenada. Pero, por la voluntad y la fuerza, y con un poquito de magia, crean su propia familia.
–¿Cómo es Cindy Green, tu personaje?
–Cindy Green es una chica buena. Es alguien que uno tendría como la vecina de al lado, o como mejor amiga, o alguien con quien cualquiera quisiera tener una cita durante la secundaria si le gustan las chicas un poquito nerds. Pero, ante todo, ella es la mujer de Jim Green. Está loca por su esposo y quiere ser mamá más que nada en el mundo. Tanto es así que, ella y Jim materializan un niño y hay un poco de magia en la forma en la cual este aparece. Súbitamente, Cindy consigue a este niño y se convierte en madre, literalmente, de la noche a la mañana. Y es una de esas mamás que realmente desea hacer un buen trabajo; ella pone tanto esfuerzo en eso que, a veces, se tropieza con sus propios pies, algo con lo cual muchos de nosotros podemos sentirnos identificados.
–¿Qué características de este proyecto te atrajeron?
–Realmente adoro la obra de Peter Hedges. Me encantó el guión cuando lo leí; pensé que era algo hermoso, me puso muy sentimental. Me gustó que abordase la idea del amor familiar desde ángulos tan diferentes. Hay una gran relación entre Cindy y su hermana, interpretada por Rosemary DeWitt, a quien sentí verdaderamente como mi hermana. Me gusta cuando uno mira a sus tíos y tías, a sus padres, y descubre cómo ellos te influencian e influencian el tipo de padre que eres. Las viejas heridas pueden abrirse nuevamente cuando tienes un hijo, que es algo transformador que ocurre en tu vida.
–¿Cómo describirías a Timothy Green? 
–Es imposible para mí hablar acerca de Timothy Green sin hablar de CJ Adams (el actor que lo interpreta). La razón por la cual CJ está tan perfectamente bien elegido para su rol es que se parece mucho a Timothy Green y tiene muchas de esas místicas y hermosas cualidades que tiene Timothy. CJ tiene un corazón enorme, es pura dulzura; es paciente, amable y tierno, tal como Timothy. Creo que debe haber un momento del día en el cual él piense: "Ojalá no estuviera haciendo esto", pero nunca se rinde y esa es una de las cualidades que tiene Timothy. CJ es tenaz sin ser agresivo; realmente quiere lo mejor para todos. Es increíblemente considerado y tiene un gran corazón, como Timothy. 

“Tener un hijo, es algo transformador”, dice la actriz.
Me pregunto:
¿Qué es lo que hace, que luego se retransforme un humano, para semejante odio, semejante perversión?

© Helios Buira