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Agosto del 98
Nublado, aunque
a veces el sol empuja y aparece por un rato.
Fui a sacar los
pasajes para ir a Montevideo, al encuentro de artistas plásticos. Viajo el viernes
a la mañana y regreso el lunes, también por la mañana. Serán dos días de
Encuentro, de charlas, debates, según lo que me han dicho quienes me invitaron
a participar.
En la pava el
agua se calienta, el mate preparado, sahumerios y la Radio Clásica. Una mañana
como aquellas.
La negra y otra
perra, andan por el taller, husmeando todo; vienen hasta mí, me miran y vuelven
a deambular. Compañía.
Observo la Eva
terminada, ya sobre un pedestal y me resulta una bella obra. Interesante,
enigmática. Supongo que El Vasco se pondrá contento, pues es un homenaje a él y
a su Eva que le fue robada cuando su muestra. Por ello la he titulado “Una Eva
para el Vasco Castelli”.
Trabajo sobre
una obra nueva que será “De Montescos y Capuletos (Cómo Ellos también se
amaron). Y si es verdad que Soledad se ahorcó a la misma hora que Edo, su
amado, entonces éste será mi homenaje a ese amor.
Ruego que esta
muestra tenga trascendencia y Soledad sea vista también en su faz poética y no
solamente como una militante que okupaba casas desabitadas, abandonadas. Es mi
deseo que la prensa lo difunda, para que, de alguna manera, el homenaje se
prolongue en quienes lean la información.
Llamaré a Luis
Gruss para que él haga una nota en algún medio. Ya ha publicado algunas cosas
sobre mis muestras.
Hasta aquí, lo escrito aquel día del 98
Hoy, comencé a transcribirlo y se me ocurrió
buscar alguna información sobre La Sole y encontré (tremendo), que Edo se
suicidó un 29 de marzo.
Estoy como en estado de shock
Aquí, algunos datos:
Tomado del
diario Página 12
La chica que se fue turista y se convirtió
en líder antisistema ganó lugar en los medios porque su historia es increíble,
porque un suicidio siempre impacta y ¿porque se convertirá en icono rebelde
para posters y remeras? Esa es la cuestión: opinan los jóvenes anarquistas
argentinos, puntualizando diferencias y buscando una explicación para el
fenómeno mediático-político que ha provocado esta otra Sole.
Producción y
textos
Mariana
Enriquez
y Máximo
Eseverri
Hasta hace dos
semanas, pocos sabían que existen personas que toman casas, que se hacen llamar
“okupas” y que son parte de un movimiento que reivindica la propiedad como un
derecho básico, desde hace más de 20 años. Y todo gracias al suicidio de María
Soledad Rosas, una chica de 24 años, squatter y argentina que convulsionó a
Italia, donde miles de manifestantes y compañeros protestaron por su
encarcelamiento y luego le rindieron homenaje a su memoria. Las fotos de la
chica rapada haciendo “fuck you” con sus manos esposadas y escoltada por carabinieri
en las escaleras del Palacio de Justicia de Turín recorrieron el mundo.
En la
Argentina, la cobertura de los medios fue exhaustiva y crece la sensación de
que la expresión rebelde de María Soledad podría lucir bien en remeras o ser
tema de futuras canciones. Porque su historia es ideal para el mito: una suerte
de love story revolucionaria de fin de siglo, una hermosa casa tomada en Turín
que alguna vez fue una morgue, una chica de clase media estudiante de hotelería
en una universidad privada que en menos de tres meses se entrega a una causa,
vive en comunidad y sigue una rigurosa dieta vegetariana de acuerdo a sus
principios ecologistas. Y, por supuesto, el final trágico: la cárcel y el
suicidio en una habitación solitaria, tres meses después de que su novio
Edoardo, de 38 años, hiciera lo mismo en una prisión de alta seguridad.
Perfecto.
El caso de
María Soledad fue así promocionado como el “suicidio de una líder anarquista”,
en una turbia y bastante poco seria asociación entre el movimiento libertario y
los squatters. Pero una cosa no es condición necesaria para que exista la otra,
y la okupación sería sólo un método que en algunos casos puede elegir (o no)
una tendencia anarquista. En el país existen muchos grupos anarquistas y pocas
okupaciones en el sentido europeo (donde es uno de los principales movimientos
antagonistas al Estado). Varios de ellos se nuclean en la Biblioteca José
Ingenieros (Villa Crespo) y en la Federación Libertaria Argentina
(Constitución). Ellos tienen la palabra.
Hernán, que
tiene 24 años, se ocupa del archivo de la José Ingenieros. Explica que “acá el
ocupa no es el okupa con K como en Europa: no hay toda la carga ideológica o
cultural de por medio, sino que las acciones se hacen por una necesidad
concreta y urgente, la carencia de techo”. El militante recuerda el caso
español, donde “se buscaba que las casas a ocupar fueran del Opus Dei o del
Ayuntamiento o de la Iglesia. Cuando se venía el desalojo, los okupas no sólo
defendían el espacio que estaban autogestionando, sino que también evidenciaban
las contradicciones del sistema: el gobierno (o la Iglesia) prefería tener un
espacio muerto antes que brindarlo a la comunidad. Así, okupar era también una
forma de hacer política y difundirla. Otros pueden hacerlo a través de una
manifestación o de un periódico. A pesar de que ya fue reventado por los
medios, el caso de Rosario es paradigmático. Esos chicos le están metiendo vida
a un lugar muerto”. Los jóvenes anarquistas que se juntan en la Federación
Libertaria tienen una edad promedio de 20 años (uno de los más jóvenes,
Ernesto, tiene 17) y creen que el tema de okupar o no tiene que ver con
diferentes formas de entender el anarquismo. “Los de Rosario”, explica
Maximiliano, estudiante de filosofía de 21 años, “creo que no son anarquistas.
Es un galpón tomado por vegetarianos, un proyecto más artístico. No lo vemos mal
porque no creemos que tengamos la verdad: la concepción de la libertad es la
misma, pero nuestros medios son distintos. Nosotros somos revolucionarios,
creemos que el cambio social debe ser la revolución. Ellos van más por la mano
de espacios alternativos dentro del ámbito cultural, aunque no estoy muy seguro
porque apenas nos contactamos. El grupo del que formamos parte es de inserción,
pretende incidir en la sociedad para la revolución, lo nuestro es comunismo
anárquico. Los squatters no son todos anarquistas”. Ernesto, el más chico,
agrega que “no nos quedamos en eso de que no corten el arbolito. Trabajamos en
barrios,facultades, sindicatos, con una formación horizontal, tratando de
incidir. Y no queremos caer en el clientelismo o la solidaridad, ni tampoco en
la vanguardia. Todo lo que hacemos en los barrios es algo que sale de la gente
que vive ahí, algo espontáneo”.
La gente de la
José Ingenieros recuerda okupaciones en la zona de Bernal y otros lugares, casi
todas caídas por cuestiones internas. Aún funciona el Centro Cultural La
Fábrica (en la zona de Once), en donde hasta hace poco estaba la Juventud de la
Resistencia y que incluso en un momento fue ocupado por Quebracho. “Vos te vas
a San Telmo, por ejemplo, o San Cristóbal, y hay un montón de casas ocupadas.
El movimiento Okupa europeo apunta más a liberar zonas donde recrear una
cultura, una filosofía de vida, una ideología”, precisan. Respecto de la ola
que se levantó por el suicidio de Soledad, Hernán cree que “tanto fanzín y
tanto periódico que llega de Europa que habla sobre el tema termina despertando
acá el entusiasmo para hacer una okupación, pero aún sin la misma intensidad.
En España, por ejemplo, a pesar de la reciente ola represiva, el tema sigue
latente. La gran diferencia que no se puede olvidar es la diferencia en la
legislación europea y nacional, y cuánto dominan de ella los ocupantes. Acá es
una causa penal, mientras que en varios lugares de Europa es una causa civil.
Tampoco hay acá una integración con el barrio, la gente no está acostumbrada a
convivir con un squatt”.
El grupo de
anarquistas que se junta en la FLA se enteró del arresto y el suicidio de María
Soledad por los medios. “Sabíamos que había okupas, en Europa está lleno de
casos: en Italia hay 200 presos squatters”, comenta Maximiliano. “Pero acá
salió el tema porque Soledad era argentina, además de la historia con su
compañero. No creo que esto sirva para que se conozca más el anarquismo. Ya va
a pasar”. Karina, otra de las militantes, ve con cierta indiferencia la posibilidad
de que “La Sole” sea carne de remera. “Una onda La reina de los squatters... no
sé, el tema de los iconos no nos gusta. No me llega”. Les recuerda al Che
Guevara, dicen. Y Ernesto sugiere que “sería bueno que fuera como un acto de
protesta, de rebeldía, pero yo me preocuparía por la gente condenada a muerte,
por los presos políticos. Lo que pasa es que se confunde todo. Los medios ponen
líder anarquista, que es cualquiera. Un compañero nuestro que esta allá nos
dijo que en Italia no tuvo tanta repercusión. Es algo de todos los días”.
Roberto Guilera es uno de los anarquistas “grandes” que trabaja en la
Biblioteca de la Federación y no le parece que sea para tanto. Cree que “se
está haciendo demasiado alboroto por un grupo juvenil que ocupa casas, cuando
al mismo tiempo se hacen medicamentos que matan gente, hay problemas de
contaminación, y todo eso, que es mucho peor en dimensión, pasa como pasan
todas las noticias. Es cruel la forma en que se toman estos temas, está lleno
de sensacionalismo”. Y según su manera de ver las cosas: “Que se ocupe una casa
no hace temblar la sociedad, que se dejen de joder”.
Soledad
La protesta se
ejerce ante la sociedad, frente a todos aquellos en condiciones de escuchar un
mensaje o ponderar una actitud. Es un gesto dirigido al espacio público. Supone
un auditorio. Todas las consecuencias que se produzcan con posterioridad forman
parte del acto originario. Hoy en día, la protesta no puede obviar los medios
de comunicación. La resonancia mediática contribuye a generar reacciones de
condescendencia y sentimentalismo por parte de muchos que no se conmoverían por
otros acontecimientos. La imagen joven, tierna e inocente que muere en un
trance de amor y libertad es capturada por la misma maquinaria de producción y
circulación que prospera con Titanic. En la Argentina se suma cierta
predilección morbosa por la muerte, que es tradición nuestra.
¿Qué sucedió en
realidad? El espíritu contestatario no convoca a la técnica judicial para
establecer las pruebas y los detalles. Sabe que el aparato del Estado, los
dueños de las cosas y de las personas, y las leyes al servicio de todos ellos
son inapelables de cualquier manera. Y la protesta se dirigía precisamente
contra todos ellos, de modo que, producidas las consecuencias, sólo cabe
recordar la fuente del mal, y no pedir justicia a quien la contradice en su
esencia. La protesta se dirigía contra la imposibilidad de hablar en una
sociedad que no hace otra cosa que hablar sin decir nada. Se dirigía contra las
imposiciones de la técnica, frente a las cuales se presume imposible otra cosa
que aguardar suplicantes como esclavos cada nuevo obsequio.
La “muerte de
un anarquista” es accidental finalmente siempre, porque se la asume como riesgo
desde que se decide protestar. Cómo y qué suceda depende ya de la suerte y de
otras circunstancias secundarias frente a la prevalecencia del poder.
Lo que dicen
los anarquistas es: protestar puede no tener éxito, pero es posible, es
necesario, no vale la pena vivir de otra manera. Para los argentinos, para la
propia Soledad, lo acontecido tiene también otra cara relacionada con la
conversión intensa y vertiginosa que sufrió esa chica. En pocos meses pasó del
primer mundo que alucina nuestra acomodada clase media, ese confort apoyado
sobre cadáveres, pretencioso, módico y mezquino, al primer mundo real. La
historia de Soledad expresa el tedio y la chatura que experimenta una juventud
carente de ideales y de verdad, engendrada por una sociedad culpable que no
puede hacerse cargo de un pasado sangriento. A Soledad se le abrieron los ojos
acerca de un modelo impuesto entre nosotros sobre todo en lo que tiene de brutal.
Se entregó de lleno a una mirada que desnuda desde atrás lo que para nuestra
vida cotidiana se presenta desde la vidriera multicolor de los triunfos de la
técnica y las delicias del consumo. ¡Qué pena que le haya costado la vida!
Alejandro
Kaufman, Docente
Resumen de los hechos
Quienes y por qué
Esta historia
de María Soledad Rosas, Edoardo Massaro y los arrestos a anarquistas en Italia
empieza, en realidad, el 17 de septiembre de 1996: 300 carabinieri (la policía
italiana) comenzaron un largo raid para encarcelar a casi todos los libertarios
del país. Las órdenes provenían del juez Antonio Marini y los fiscales Ionta y
Vigna, quienes pretendían asociar a los anarquistas y a los okupas o squatters
(no todos son necesariamente libertarios) con una organización paramilitar
ecoterrorista que se llaman Lobos Grises y que, según los squatters de Turín,
ni siquiera existe. Los cargos a los detenidos (no se sabe exactamente cuántos
cayeron aquella vez) van desde la asociación subversiva hasta asesinato y venta
de armas: según el juez, muchos squatters serían encubridores de los grupos
armados. Una de las principales acusaciones fue el sabotaje al TAV, un tren de
alta velocidad de la compañía Val Sussa en 1996, además de atentados a varios
canales de televisión.
María Soledad
llegó a Italia en julio de 1997, en un viaje que le regalaron sus padres como
premio por terminar la facultad, en donde cursó la carrera de hotelería. Era
ecologista, vegetariana (incluso no comía derivados animales, ni leche ni
queso, y practicaba urinoterapia, es decir, se tomaba su propio pis para
purificarse), no usaba materiales plásticos ni aerosoles. En el norte de Italia
conoció a Edoardo Massaro, “Baleno”, que le llevaba 11 años y ya vivía como
squatter en Turín. Se enamoraron y juntos viajaron a España. Después de Navidad
y de vuelta a la capital piamontesa, se instalaron en un “palazzo” abandonado.
En ese barrio también funciona Radio Blackout, una emisora libre que se
autoproclama defensora de “las ocupaciones, los centros sociales, las radios
libres, el antiprohibicionismo, la nueva tecnología, las raves, los
transexuales, los movimientos de liberación, las editoriales independientes, la
buena cocina, la autogestión, los indios, la antipsiquiatría, los estados
alterados, etc.” (el e-mail es blackout@ecn.org«MDNM»). Para entender la onda
basta con echar un vistazo a la programación: un programa se llama “Ya basta”,
y fundamentalmente se dedica a Chiapas y el EZLN, “TDK” pasa punk, ska, rap,
reggae y raggamuffin, “Tuttosquat” es el programa de noticias de los okupas de
Italia, “Crack” es de “confrontación antiimperialista”, y así también hay
espacios para el jungle, los gays, los estudiantes y la música extrema. También
transmitía desde allí el Comité de Defensa Anarquista en Italia, individuos que
se ocupan de los militantes perseguidos y encarcelados: básicamente les
conseguían abogados, recibían cartas, les prestaban plata y les mandaban
libros. En este momento el Comité ha dejado de funcionar.
Ahí vivió
Soledad hasta el 6 de marzo, cuando dos cuerpos especiales de carabinieri
irrumpieron en los squatts buscando a Edoardo y Silvano Pelliseri, un amigo.
Los arrestaron acusándolos del atentado al tren, y se la llevaron a ella
también (en Italia, para hacer un allanamiento tiene que haber por lo menos
tres personas en la casa). Al otro día, hubo una manifestación y disturbios en
la calle, con más de 20 detenidos. Se retomaron los squatts y los okupas
festejaron toda la noche.
Soledad ni
siquiera estaba en Italia en el momento del atentado al tren y no parece haber
pruebas concluyentes de que Silvano y Edoardo pertenecieran a un grupo armado.
Según los okupas, se trataba de buscar un chivo expiatorio después de dos años
de investigaciones infructuosas, y a esto han contribuido los medios masivos
italianos que enseguida los bautizaron “ecoterroristas”. La noche del 29 de
marzo, Baleno se suicidó en la cárcel. El 2 de abril se hizo el funeral: a
través de la radio se le pidió a los medios y a la policía que no aparezcan. No
hicieron caso y un periodista terminó herido. El 4 de abril, 8000 manifestantes
apedrearon el Palacio de Justicia de Turín. Después del suicidio de Baleno, a
Soledad se le concedió el arresto domiciliario en Benevagenna, en la comunidad
terapéutica Bajo Los Puentes de Piamonte. Allí la visitó su hermana
MaríaGabriela y su mamá Marta. La noche entre el 10 y el 11 de julio Soledad se
suicidó, ahorcándose con una sábana. Silvano está detenido en la prisión de
alta seguridad de Novara, donde cumple una huelga de hambre y sed para que se
le conceda el arresto domiciliario, o al menos se lo informe de la fecha del
juicio. El supuesto arsenal que se encontraba en la casa ocupada de Turín nunca
fue mostrado al público. El jueves pasado, cuando las cenizas de María Soledad
salieron de Italia, miles de manifestantes se acercaron al aeropuerto y allí
hicieron 42 minutos de silencio. Los restos de la Sole son considerados por el
Estado italiano como de “alto riesgo”. Tienen miedo a las represalias y/o
acciones de sus compañeros.
LA CARTA
Apenas conoció la noticia de la muerte de su
compañero Eduardo, Soledad escribió esta carta que hoy se puede encontrar en
Internet, en el sitio de la Comisión de Defensa Anarquista.
Compañeros y
compañeras: La rabia me domina en este momento. Siempre he pensado que cada uno
es responsable por sus actos, pero esta vez hay culpables y los quiero
mencionar en voz alta, son aquellos que mataron a Edo: el Estado, los jueces,
los abogados, la prensa, el T.A.V., la policía, las leyes, las reglas y toda la
sociedad de esclavos que acepta este sistema.
Siempre
luchamos contra esta dominación y es por ello que hemos terminado en la cárcel.
La cárcel es un lugar de tortura física y psíquica, aquí no se dispone de
absolutamente nada, no se puede decidir a qué hora levantarse, qué comer, ni
con quién hablar, ni con quién encontrarse, ni a qué hora ver el sol. Para todo
hace falta hacer una “solicitud”, hasta para leer un libro. Ruido de llaves y
cerraduras que se abren y se cierran, voces que no dicen nada, voces cuyo eco
se escuchan en los pasillos fríos, zapatos de goma que no hacen ruido y una
linterna que en los momentos menos pensados está ahí para controlar tu sueño,
correo controlado, la palabra prohibida. Todo un caos, todo un infierno, todo
la muerte.
Así es como te
matan día a día, despacio pero seguro para hacerte sentir más dolor. Por eso
Edo ha decidido terminar abruptamente con este dolor infernal. Al menos él se
permitió tener un último gesto de mínima libertad, de decidir él mismo cuándo
terminar con esta tortura.
Entre tanto, me
castigan a mí y me ponen en incomunicación. Eso significa no sólo no ver a
nadie sino tampoco recibir ningún tipo de información, no tener una frazada
para taparse. Ellos tienen miedo de que yo me suicide. El mío es un aislamiento
cautelar, lo hacen para “salvaguardarme”, y así no tener que asumir la
responsabilidad si yo decidiera también ponerle fin a esta tortura.
No me dejan
llorar en paz, no me dejan tener un último encuentro con mi Baleno.
Veinticuatro horas al día, un agente me custodia a cinco metros de distancia.
Después de lo
que pasó, los políticos del partido verde que vinieron para darme su pésame y
para tranquilizarme no se les ocurrió nada mejor que decirme que “ahora
seguramente todo se va a resolver más rápido, ahora todos van a seguir con más
atención el proceso y pronto te darán arresto domiciliario”.Después de este
discurso me quedé sin palabras, estaba sorprendida, pero pude preguntarles si
se necesita de la muerte de una persona para conmover a un pedazo de mierda, en
este caso el juez.
Insisto, en la
cárcel ya mataron a otros y hoy mataron a Edo, estos terroristas con licencia
para matar.
Voy a buscar la
fuerza de alguna parte, no sé de dónde, sinceramente ya no tengo ganas pero
tengo que seguir, lo hago por mi dignidad y en nombre de Edo. Lo único que me
tranquiliza es saber que Edo ya no sufre más. Protesto, protesto con mucha
rabia y mucho dolor.
Sole
P.D.: Si el
hecho de encarcelar a una persona es un castigo, entonces a mi ya me castigaron
con el asesinato de Edo. Hoy empecé la huelga de hambre. Quiero mi libertad y
la destrucción de toda esta institución carcelaria. La condena la voy a pagar
todos los días de mi vida.
Aquí, lo publicado sobre mi muestra Homenaje:
PARTE DEL AIRE
Esculturas de Helios Buira en Recoleta
Hasta el domingo 10 puede visitarse, en el Centro Cultural Recoleta, una conmovedora serie de esculturas, y dibujos de Helios Buira.
El artista realiza esta vez, y a su manera, un homenaje poético y testimonial a la joven anarquista argentina Soledad Rosas, que muriera trágicamente el año último en una cárcel de Italia. En la visión particular de Buira, la imagen desoladora de esta mujer de poca suerte se transforma casi en un haz luminoso. Con un tratamiento minucioso y sensible, Buira acusa al mundo de las apariencias, cruel e individualista, por haber condenado a los seres que no pueden adaptarse a sus reglas. Estas esculturas son el resultado de un extraño cruce entre formas abstractas y perfiles de una realidad cruda. Nadie que las vea y se deje llevar por su impronta podrá quedar indiferente. El cuerpo sin vida de Soledad Rosas cuelga desde el espacio, ubicado para siempre en un punto en el que ya nadie puede hacerle daño.
Helios Buira . Esculturas. Hasta el 10 del actual, en el Centro Cultural Recoleta. Junín 1930. Tel. 803-1041. Martes a viernes, de 14 a 21; sábados y domingos, de 10 a 21. Gratis
Publicado en el Diario La Nación, de Buenos Aires, el viernes 8 de enero del 2000
© Helios Buira