viernes, 30 de noviembre de 2012

EL HOMBRE Y EL LENGUAJE. ESA PALABRA

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Holderlin nos dice: “Puesto que existimos como lenguaje y podemos oírnos los unos a los otros”.
En estos tiempos pareciera ser que no es así, pues hay lugares donde la palabra (en el lenguaje) la tienen unos pocos, el resto, amordazado.
Una cosa es no querer hablar y otra muy, pero muy distinta es que no te dejen.
También dice Octavio Paz en sintonía con Hölderlin: “Un libro, un texto, es un tejido de relaciones”
Y de qué manera nos relacionamos en este mundo donde se crearon factores de poder que han roto las relaciones de los hombres con el mundo, a la vez que las relaciones entre sí.
La diferencia es:
Mi yo, eres tú, dice la poesía
Yo soy tú, dice el poder.

Suelo preguntarme cuál habrá sido la primera palabra expresada allá en el inicio de los tiempos.
Qué intensidad habrá tenido.
Porque luego de ello, el lenguaje, me parece, comenzó a darle forma a las civilizaciones. Y desde ese momento, las civilizaciones a la vez, fueron creando su lenguaje.
Cuando la palabra se relaciona, se actualiza de manera constante y permanente. Porque la historia de los hombres es una sola.

Por ejemplo, estas palabras que entramó Marina Tsvietáieva, para dejarnos semejante maravilla:

A Rainier María Rilke

Rainer, quiero encontrarme contigo, 
quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir. 
Simplemente dormir. Y nada más. 
No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo 
y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más. 
No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú. 
Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.

O lo que Safo nos legó, hace ya más de 2700 años.

Cuasi Ventus
Amor, has agitado mis entrañas como el huracán que sacude monte abajo las encinas
Viniste.
Hiciste bien.
Yo te estaba aguardando.
Has prendido fuego a mi corazón, que se abraza de deseo.

Esa palabra que nos da el decir.
Esa palabra que descansa en los cuerpo, que es liberación cuando se la pronuncia
Porque la poesía dice: Mi yo, eres tú

© Helios Buira

jueves, 29 de noviembre de 2012

EL CUERPO, EL ARTE Y LA MAGIA.

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Sábato dice que el cuerpo es la caja del alma.
Otros autores proponen que aún, no conocemos en profundo nuestro cuerpo.
Será entonces que al no conocer nuestro cuerpo, nuestra relación con los demás integrantes de la naturaleza se torna confusa o, quizás, sea que nos resulta difícil la interacción y es por eso que en algún momento del desarrollo humano, decidimos ser los “dueños” de todo, lo más importante, los que tomamos las decisiones.
Y a veces me pregunto si no será por eso que nos va tan mal, siendo testigos de cómo, los cimientos de la civilización se van resquebrajando.
Hay una propuesta que dice: yo soy mi cuerpo; otra, pregona: yo tengo un cuerpo y finalmente: yo estoy en mi cuerpo.
Pero esa palabra yo, delante de cada frase, implica que no somos solamente un cuerpo que tenemos o en él que estamos.
Tal vez, sí, un cuerpo animado. Y como tales, ánima y cuerpo, son lo mismo.
Es por ello que suelo decir que la impresión digital que llevamos en los dedos de las manos, no es un argumento policíaco, sino que lo llamo el dibujo del alma y es por ello que no se repite en los más de seis mil millones de personas que habitamos el planeta. Pero no, solamente los que hoy estamos, sino en los que vendrán y en los posteriores a los que vendrán y así, mientras la especie humana habite en el planeta.
¿Por qué, cuando vemos una obra pictórica podemos decir: Van Gogh? (cuando se trata de una obra de su autoría). O escuchando una sinfonía, sabemos que se trata de Beethoven, también una escultura de Rodin o un edificio creado por Gaudi. Bueno pues, porque cada una de esas obras tienen la energía de cada uno de los creadores, o sea, el ánima que se expresó en cada uno de ellos.
Y si es cierto lo dicho por algunos autores de que psique y cuerpo son una sola cosa y reaccionan mágicamente, argumentando que la aplicación de la magia a la naturaleza es una proyección que nos revela que es la psique la que reacciona mágicamente, podemos inferir que el cavernícola, cuando plasmaba sus obras en las cuevas, lo hacía de esta manera.
Y es en ese momento que el artista primitivo, “sabía” que lo allí expresado, era lo que “ya”, estaba sucediendo afuera de la caverna. O sea, en las escenas de caza, la presa, corría la misma suerte que en la pintura.
La magia es atracción.
A partir del contacto, los elementos contactados, permanecerán enlazados para siempre.
El artista, en el momento de crear, siente una sensación de unidad y plenitud, que obra mágicamente sobre el cuerpo y lo lleva a la ejecución de esa obra.
Como dice Agustín de Hipona cuando le pregunta a Dios cómo es que hizo el Universo.
Porque Vos no hicisteis todo a modo de que el artista hace sus obras, valiéndose de un cuerpo para formar otro cuerpo, comunicándole aquélla figura que el alma voluntariamente y por arbitrio suyo ha trazado en su interior y mirándola con su vista intelectual, consigue en algún modo trasladarla al exterior.
Pues aun esto. ¿Cómo lo podría hacer el alma si Vos no la hubierais hecho a ella? Fuera de que el alma no imprime aquella forma que tiene imaginada, sino a un cuerpo exterior que ya existía y que tenía su ser substancialmente perfecto como v.gr. a la tierra, a la piedra, al leño, al oro o a otra cualquier materia semejante. ¿Y acaso existirían estos cuerpos, si Vos no los hubierais creado?. Vos, Señor, hicisteis aquel cuerpo de que consta el Artista y el alma que manda y hace trabajar a los miembros de su cuerpo y también la materia en que trabaja y hace alguna cosa; Vos le disteis el ingenio con que aprendiese aquel arte, y conque pudiese ver trazada en su interior la misma obra que él hace y trabaja afuera; Vos le disteis los sentidos corporales por cuyo medio pasa desde el alma a la materia no solamente la idea de aquella obra que exteriormente trabaja, sino también vuelve desde la obra a lo interior del alma la noticia de lo que exteriormente ha trabajado y hecho, para que ella consulte a la Verdad Interior que tiene adentro de sí misma y la preside y gobierna, a ver si está bien o mal hecha aquella obra.”
Creo que ningún crítico de arte, ningún pensador del arte, podría llegar a tener una concepción tan profunda y certera sobre la creación artística, sobre el trabajo del artista.

© Helios Buira

miércoles, 28 de noviembre de 2012

DE ARTE, RELIGIONES Y FILOSOFÍAS.

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En el Capítulo V de su Historia de la Filosofía, Jaime Balmes, dice sobre los egipcios: 
“La filosofía de los egipcios se confunden también con su mitología. Sabido es que los griegos visitaban aquel país para oír de boca de sus sacerdotes los misterios de la ciencia. El lenguaje simbólico de los sabios egipcios debió producir naturalmente muchas dudas sobre el verdadero sentido de sus doctrinas. A más de la adoración de los astros y de los animales, hallamos en Egipto la doctrina de la metempsicosis, o transmigración de las almas, que ya vimos en Oriente.
Su país sufre de continuo la confusión de los lindes de la tierras, a consecuencia de las periódicas inundaciones del río Nilo; esto debió engendrar deseos de conocer el arte de medir, y por consiguiente el estudio de la geometría, a la cual se dedicaron efectivamente desde muy antiguo. Son conocidos los nombres de Hermes y Trismegisto, representantes de la ciencia egipcia”.
Quiere decir que según Balmes, a causa de cataclismos naturales, los egipcios decidieron profundizar en una visión del mundo que unía el arte, la religión y la filosofía.
Una vez más, aparece el mundo tridimensional como posibilidad de expresar el universo simbólico del hombre.
Si nos remitimos a las cuevas, en tiempos imposibles de imaginar dado nuestro pequeño almanaque, allá, la magia estaba inmersa en la interacción del adentro y el afuera como modo de subsistencia. 
Se dice que en América, la cerámica, como uno de los elementos fundamentales en el desarrollo de los pueblos neolíticos, aparece más o menos, hace uno 9.000 años. Y estas cerámicas, tienen un estrecho parentesco con las encontradas en las regiones costeras del Japón. En ambos casos se trata de poblaciones cuyos recursos reposan en la pesca y la recolección marítima, aunque es probable que en América ya existiera un cultivo rudimentario.
Tal vez, este parecerse en los objetos, se deba a un hecho transpacífico llegado desde el Japón, que ya tenían milenios antes, la concepción de la cerámica.
Claro que esto dicho no cierra ninguna posibilidad, pues nuevos hallazgos pueden volver a sorprendernos respecto de la evolución del hombre en el planeta.
Habría que esperar algunos milenios más, para que a estas representaciones artístico-utilitarias, algunas de una belleza descomunal, para que se incorporaran en la condición humana la religión y la filosofía.
Aunque muchos, pretenden relacionar el hecho mágico de comunión  con la naturaleza de los antiguos habitantes, con la religión
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© Helios Buira
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martes, 27 de noviembre de 2012

AMOR, RELIGIÓN Y EXISTENCIA

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Robert Desnos, es uno de mis poetas preferidos.
Tengo con él una relación de profundo afecto por su poesía, pero primeramente, por su compromiso y por su existencia militante.
Nació el 4 de julio de 1900 y murió el 8 de junio de 1945, afectado por la desnutrición y el tifus, en el campo de concentración de Terezin en Checoslovaquia, adonde lo habían llevado los alemanes en su retirada, con los reclusos del campo de Buchenwald.
Militó en la resistencia durante la ocupación alemana de Francia, donde fue capturado y llevado a ese campo.
En su momento, salvó a Antonin Artaud de morir en manos de las bestias.
Supo exaltar en sus poemas el amor ideal. Y lo encontró en Youki, su mujer, en esa experiencia del amor único y total que es la culminación del amor surrealista.
Supo decir sobre sí mismo: “No creo en Dios, pero tengo el sentido del infinito. Nadie tiene el espíritu más religioso que yo” Trató el amor y la poesía con el fervor y la exaltación de una religión.

Se puede decir que el descubrimiento de la agricultura señaló uno de los progresos más importantes en la evolución del hombre sobre el planeta.
La palabra descubrimiento no me atrapa, pues creo que aquellos primigenios no se “encontraron” con algo novedoso e importante para su sobrevivir, sino, todo lo contrario, se dieron cuenta que produciendo ellos los alimentos, dejaban de ser nómades, a la vez que no tendrían que seguir como recolectores.
Claro que tiene que haber sido lento el proceso transformador, tras una serie de pruebas y experiencias.
Esto fue produciendo cambios fundamentales en los diferentes grupos, que se fueron “instalando” el lugares fijos y seguramente, a la vez, el grupo crecía en integrantes, por el hecho de quedarse en la zona; esto les daba la posibilidad, al tener “más tiempo” y así, cosechar más de lo que necesitaban para el consumo inmediato y entonces, podían guardar los excedentes para las épocas de frío o de escasez.
Así, seguramente, ante determinadas necesidades, fueron adquiriendo nuevas técnicas y por qué no, la creación de utensilios que coadyuvaran en sus menesteres, como podría ser la alfarería, el tejido, el pulido de piedras y herramientas.
Se me hace que así comenzaron las comunidades a expresar sus respectivas culturas, a la realización de un trabajo en común, ya que todavía, no había dueños de la tierra.

El sentido de lo infinito en la praxis. Comunión con la naturaleza. Aún sin saber nada de esto, Aquéllos, tal vez, podrían haber dicho las mismas palabras que Robert Desnos.
Sólo que el concepto de infinito, de religión, de amor y de poesía, llegó milenios después.

© Helios Buira
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lunes, 26 de noviembre de 2012

MENTALIDAD PRELÓGICA, EMPIRISMO Y MAGIA

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Cómo hablar, por ejemplo, de un hombre que vive en África, o en China, o aquí, cercano, en Bolivia, país limítrofe con Argentina, que es donde habito, si no conozco sus costumbres, su manera de vida. Claro, en este mismo instante me pregunto si podría, incluso, hablar de mi vecino, con el que dialogamos en los atardeceres, cuando nos encontramos después de un día de trabajo y él llega en su bicicleta, deteniéndose aquí, ante la puerta de casa para lo que es casi un ritual: ambos, pareciera que esperamos esa hora en la cual el sol se retira, dando paso a la penumbra del anochecer, ese misterioso y extraño acontecimiento, como diría Sábato, la hora en que los sonidos del día se van apagando.

Y hablar de este hombre, el vecino. ¿Qué sé de él? Conozco como se viste, de qué manera camina, el tono de su voz cuando se expresa verbalmente, los ademanes que acompañan a sus palabras; puedo pensar acerca de sus conocimientos, de su precaria formación pedagógica, pero a la vez, puedo repasar en su sabiduría. Sí, sabiduría acerca de tantas cosas que podrían vincularse a cuestiones prácticas, pero también dice cuando se refiere a las plantas, a los ciclos estacionarios, a las semillas que están preparadas para ser sembradas, a sus conejos, sus gallinas, o cuando me comenta sobre repelentes caseros, en épocas como ésta en la cual el mosquito transmisor del dengue, puede causar  estragos. Sobre todo, en las provincias más pobres. Y es ahí donde se lanza con una cantidad de palabras que cuestionan de manera contundente al sistema en el cual vivimos, el injusto sistema que los señores del poder deciden para nosotros, los que menos tenemos, dice, donde siempre, pero siempre, los que sufren, son los que carecen. Y menciona las calamidades a la que estamos expuestos. Casi un pensamiento filosófico...

Benedetto Croce se ocupa de pensar sobre el conocimiento y dice que el conocimiento intuitivo es el conocimiento expresivo. Independiente y autónomo  respecto de la función intelectual, indiferente a las discriminaciones posteriores de lo real y de lo irreal, y a las formaciones y apercepciones también posteriores del espacio y del tiempo, la intuición o representación se distingue de lo que se siente o experimenta, de la onda o flujo sensitivo, de la materia psíquica, como forma: esta forma, esta toma de posesión, es la expresión. Intuir es expresar, no otra cosa (nada más pero nada menos) que expresar.
Croce identifica lo dicho anteriormente, con el mundo del arte, con el hecho artístico, tomando a la obra de arte como ejemplo de conocimiento intuitivo. Pero advierte a la vez, que la intuición artística se diferencia de una intuición común por ser una especie particular que se distingue de la intuición general, por un algo de más. Pero que todavía, nadie ha sabido indicar ese algo más.
Si volvemos milenios atrás, cuando observamos las maravillas que los antepasados dejaron como testimonio en cuevas, cavernas y demás, podríamos pensar, de acuerdo a la concepción del arte como hecho mágico, tal vez, lograríamos encontrar una respuesta a eso que dice Croce sobre que la intuición en el arte tiene un algo más.
Pensemos a la vez, que aquellos primeros, no contaban con el “saber” acumulado durante milenios por quienes llegarían luego de ellos.
Pero ellos tenían “su saber”. Aparte del ritual mágico, del animal flechado en la piedra para que luego se diera en el mundo real, algo si se quiere irracional y que el acto se cumpliría por sí mismo, no puede confundirnos respecto de que hay otros aspectos fundamentales que justifican la lógica del cazador primitivo.
La caza, se realiza durante cierta época del año (todavía no existía el almanaque) en tiempos propicios, por la abundancia de los animales apetecidos, utilizando armas y técnicas adecuadas, nos hace pensar que si bien lo mágico es un ingrediente infaltable en las prácticas de cacería y garantiza lo sobrenatural, no excluye el conocimiento práctico logrado por la acumulación de experiencias.
Esto dicho, de alguna manera, se opone o desdice aquella concepción sobre la “mentalidad prelógica” en los primitivos.
Es más, lo empírico y lo mágico no se excluyen, sino que se complementan.
Y tal vez, el algo más en el arte, sea aquello que se suele decir: “El arte muestra lo que no se ve del mundo real”.

© Helios Buira
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domingo, 25 de noviembre de 2012

ARTE Y MAGIA

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Dice Aldo Pellegrini en su Tratado sobre la Poesía Surrealista que el poeta, como todo artista creador, pone en juego una particular función del espíritu: la imaginación. Recordemos –dice- lo que propone sobre ella, Buadelaire: “Es la más científica de las facultades, porque sólo ella comprende la analogía universal” Para esta facultad tienen igual validez los mundos de lo imaginario y lo real, y para ella, ambos mundos se entrecruzan y confunden. Pero el poetas surrealista utiliza la imaginación de un modo particular: para permitirle la mayor amplitud de acción, la total espontaneidad, elimina toda traba racional.
Digo: si nos trasladamos milenios atrás en la historia de los inicios o de la continuidad de los inicios, cuando se iban instalando en lo que es hoy América los primeros, podemos pensar que con  los cazadores superiores aparece un fenómeno que no es menor: las primeras manifestaciones artísticas. Un arte rupestre que graban en paredes de cuevas, en las profundidades de grutas y refugios, que hoy podemos ver para saber que se trataba de manos en negativo, animales, escenas de caza y diferentes tipos de signos geométricos que aún, pese a todos los estudios que han hecho antropólogos e historiadores del arte, contienen un hermético significado.
Sí, se puede colegir, que esas representaciones, a pesar de sus diferentes estilos, no estaban relacionadas con un “placer estético” ni con la necesidad lúdica de cubrir las paredes de las cuevas con imágenes. Esas manifestaciones artísticas del hombre primitivo, tienen un sentido mucho más profundo y vital: son una conexión entre el hombre y el mundo que lo rodea, ligado estrechamente con la magia. Por ello, es que podemos decir: el arte, ante todo, magia.
Porque es a través de esa magia, que el hombre podía controlar el mundo que lo rodeaba, ya sea para atraer las “fuerzas positivas” o rechazar “las fuerzas negativas”
Y si pensamos que estos habitantes primitivos dependían de la caza y de la recolección de sus alimentos para conseguir el sustento, podemos considerar al arte como una necesidad vital, expresado como un ritual mágico, como un modo de dominar a la naturaleza, pues el mundo externo a su vez, presionaba sobre el hombre.
En esta interacción, el hombre, en las cuevas, obraba a modo de trampero. La presa allí cazada, lo será luego en el mundo exterior
El arte, no era para ellos algo separado de la realidad, sino su continuación directa e inmediata.
Me pregunto, al decir de Baudelaire a través de Aldo Pellegrini, si aquellos primeros, también habían instalado en el planeta el surrealismo.

© Helios Buira
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sábado, 24 de noviembre de 2012

CAMBIO DE LUGAR

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Mañana nublada, el cielo con diferentes tonos de grises.
Recién comienza el día, el mate qué, como digo siempre, me permite cavilar en cada sorbo, un sahumerio que aroma la estancia y el Coro de monjes del Monasterio Benedictino de Santo Domingo de Silos entona bellísimas obras del canto gregoriano.
Así el inicio, con las ganas puestas para intentar hacer un buen estar.
Afuera, en la calle, silencio. 
Un viento suave hace que se muevan las hojas de los árboles y la punta del pino que desde aquí observo, alto, destacado entre las frondosas copas que lo rodean.
Ha llovido. Los gorriones a los saltitos picotean aquí, allá, acullá, seguramente intentando conseguir el alimento que llevarán a sus nidos, pues estamos en primavera y ya deben tener a sus pichones esperando, mientras empluman, crecen, para después, en el tiempo que transcurre, comenzar las experiencias de sus primero aleteos que les permitirá el vuelo. 

Recuerdo cuando Antonio Pujia me decía, siendo yo su ayudante, que estaba emplumando bien y que pronto podría volar por mis propios sentidos.
Esto quedó grabado hondamente en mí, de hecho lo estoy comentando tantos años después y siento que cada trabajo que comienzo, cada escultura, lleva el eco de aquellos días. El eco de una energía intensa, de un haber aprehendido atributos.
Esencias que vienen de milenios, porque el arte sigue siendo lo que fue, lo que es y también lo que será. El arte, es un pronunciamiento de eternidad.
Aquellos que grabaron sus obras en las cuevas, lo hacían como continuación de lo que vivían afuera, en la intemperie temporal.
Primero lo impregnaban en la roca, pues “sabían” que eso allí trazado, era lo que sucedería en el mundo de afuera; ese otro mundo que estaban comenzando a comprender desde la praxis. El mundo de la tercera dimensión, el que los contenía. Por ello la Magia en las imágenes y después, milenios después, podemos decir: El arte, ante todo, magia.
Y se me hace que sigue siendo lo mismo, que seguimos haciendo lo que acontece en el mundo tridimensional, pero con lo que dice Henry Miller: “Pasado, presente y futuro, convergen en un mismo punto. Sólo pueden saberlo, quienes se ocupan de lo eterno” Creo que es así, de esa manera, pero puedo agregar que en la Zona Solitaria y Sublime, allí donde está el fulcro de la creación, se transita por un plano, que nada tiene que ver con lo cronológico.
Y no tiene que ver con cronos, pues la evidencia, es que luego de milenios, al ver una de esas obras, hoy, nos seguimos emocionando.

Dicen que las primeras migraciones hacia lo que hoy llamamos América, vinieron al continente, provenientes del norte de Asia, hace unos 40.000 años y que coinciden con el comienzo de la última glaciación; seguramente en forma lenta y en períodos muy largos.
Recolectores y dedicados a la caza menor, portadores de una cultura muy primitiva equivalente a la del paleolítico inferior europeo, que, divididos en pequeños grupos nómades, se fueron extendiendo por el continente. Su instrumental estaba formado por lascas toscamente retocadas por percusión y no se tiene certeza de la función específica.
Restos de estas industrias líticas se encontraron tanto en América del Norte, como en América del Sur.
Hubo otros grupos posteriores más avanzados, se trata de cazadores superiores, es decir, dedicados a la caza de grandes mamíferos que por entonces abundaban en el continente.
Se nota el perfeccionamiento en el tallado de la piedra, se especializan en cuchillos, raspadores y hojas, junto con instrumentos de huesos.
Se supone que al especializarse en la caza a gran escala, se organizaron rudimentariamente en grupos mayores.
Y así, de un lugar a otro, en idas y vueltas, fueron creciendo en conjuntos, en organización y seguramente dadas las transformaciones climáticas ocurridas en el final de las glaciaciones, con la desaparición de muchos de los grandes mamíferos, fueron adaptándose a otras formas de vida y aprenden e incorporan la recolección de semillas que luego serían transformadas en harina, como lo demuestra la presencia en algunos yacimientos de pequeños molinos de mano, cuya antigüedad, en algunos casos, data de 9.000 años.
En movimiento, en traslados, el hombre, siempre creando para prolongarse en el planeta.

© Helios Buira
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viernes, 23 de noviembre de 2012

TRASLADARSE

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Llegaron a la cuadra nuevos vecinos.
Compraron una casita situada frente a la que habito, del otro lado de la calle.
Pequeña, sencilla en su construcción.
Un matrimonio con dos hijos pequeños. Los fines de semana, llegan temprano en su auto y comienzan a ir y venir por el terreno reparando, pintando, poniendo alambrado nuevo, un portón de madera al que cubrieron con barniz para protegerlo de las inclemencias temporales; todos trabajan en lo que será el hogar, el hábitat familiar. 
Días pasados, pude observar a través de la ventana de mi lugar de trabajo, el arribo de una camioneta, que cargaba estructuras de madera, para la construcción de lo que se llama una casa o habitación “prefabricada”. 
La casa es pequeña, ya lo dije. Entonces, con este nuevo espacio que construirán, seguramente tendrán posibilidad de una mejor distribución de los ambientes.
Cada vez que me traslado al centro de Moreno para hacer compras o sentarme a la mesa de un bar, observo, desde el colectivo, cómo en muchas casas se hacen reparaciones, o directamente, nuevas construcciones por la cantidad de ladrillos apilados, la montañita de arena, maderas y las personas que hacen la tarea de albañilería. 
Me agrada ver esto, pues me dice que estamos transitando por un tiempo de bonanza, en el cual pueden verse estas edificaciones, muy diferente a lo que fue la crisis brutal provocada por el neoliberalismo que dejó un tendal de pobreza, igual a lo que está sucediendo ahora en Europa.

Cómo habrá sido, allá por los albores. Cómo era que hacían para protegerse de las inclemencias naturales y de otros peligros.
Las cuevas. Sí allí se refugiaban, mientras salían de caza a procurarse el alimento. Dado el nomadismo, establecían hábitats provisorios, como ya se dijo, cercano a lagos o ríos y seguramente allí le daban forma a los artefactos líticos como puntas de flechas, y raspadores en diferentes técnicas.
Dicen que el despliegue del hombre en el planeta, se hizo desde África, donde se supone, está el origen de la especie humana.
Cómo habrá sido el descubrimiento del fuego. Tal vez, por la acción meteorológica y me resulta difícil imaginar ese asombro. Pero, el hombre siempre ha creado y es así que comenzó a dominar eso nuevo que aparecía ante su vista, sea para combatir el frío, endurecer sus armas de caza o, facilitar la ingestión de sus alimentos. Puede que este dominio lo haya conseguido frotando palos o ramas y así conseguir que se encendiera esa magia.
Se habla que la cronología del desarrollo de estos primitivos varía según las zonas donde habitaban y no evolucionaban de la misma manera ni al mismo tiempo. 
En qué momento habrá sido que abandonaron las cuevas para comenzar la construcción de “sus casas”, que seguramente serían hechas con ramajes y porque no, en forma circular. Allí, adentro, el fuego y alrededor, ellos. 
Los romanos, milenios después, dirían el Lar, donde los dioses de la casa, del hogar, eran considerados como genios domésticos protectores

© Helios Buira
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jueves, 22 de noviembre de 2012

DE LA CONTINUIDAD

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Tarde de calor sofocante.
Silencio, la calle muda y vacía.
La tierra seca, muy seca y los gatos debajo de las plantas, al reparo del tórrido acaecer. El tiempo climático, que no es el tiempo que transcurre en almanaques, en historias, en permanencias de vidas.
El tiempo que pasa, o nosotros que pasamos por él como atravesando un puente, pero sin saber qué hay del otro lado, en la parte opuesta de la que comenzamos a transitar.
El tiempo que mensuramos desde nuestra finitud, para poder comprenderlo, ya que el anterior no nos pertenece y mucho menos, el que vendrá; el pasado podemos saberlo como historia, diferente al que se revelará o hacia el que vamos,  a modo de futuro, pues jamás sabremos cómo será, hasta que allá llegamos.
Si digo por ejemplo que pasaron más de dos millones de años, seguramente tendremos un removerse de neuronas, como alocadas, intentando indagar desde el sentir, de qué se trata, cuánto puede llegar a ser esa inmensidad de tiempo, reitero, desde nuestros almanaques. Porque del tiempo, que yo sepa, sólo hablamos los humanos.
A modo referencial: se habla del Paleolítico Inferior, como que es la primera etapa de la Edad de piedra, aproximadamente hace 2.500.000 (sí, dos millones, quinientos mil años) Y pensemos que cuando estudiamos o leemos sobre las civilizaciones antiguas, nos referimos a dos mil o algo más, antes de la Era Cristiana.
¿Cómo se llega entonces a comprender esos más de dos millones de años?
Parece ser, por los yacimientos encontrados, que aquellos primeros, vivían a orillas de ríos y lagos, seguramente porque “sabían” que el agua garantizaba en gran parte la supervivencia.
Era una vida nómada, en busca permanente de alimentos, que se basaban en la recolección de frutos silvestres, la pesca y la caza menor que conseguían con instrumentos de piedra muy rudimentarios, pero dada la habilidad para trabajar los utensilios, es que se lo llamó Homo habilis. Dicen que desde África, se fueron trasladando a otras regiones.
Cuánto tiempo, aún, para llegar a esto que llamamos civilización. Tratemos de imaginar cómo sería esa vida, ese andar de un lugar a otro buscando alimentos, ante la adversidad climatológica, o los peligros que podrían rodearlos.
Recuerdo las palabras de Augusto Rodin, cuando le preguntaron el por qué de la postura forzada del apoyo del brazo derecho sobre la pierna izquierda en El Pensador, algo casi imposible de soportar para quien hiciese de modelo.
-Maestro –dijo el crítico- esa pose es muy forzada, no se corresponde con la realidad.
Rodin respondió: -Es cierto, una pose forzada… ahora, trate usted de comprender lo que habrá sido ¡el primer pensamiento, del primer hombre! ¡Un esfuerzo portentoso!

© Helios Buira
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miércoles, 21 de noviembre de 2012

DE LOS COMIENZOS

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Menuda o titánica tarea esto de pensar el mundo, o en el mundo.
Estoy aquí, ubicado en un lugar del planeta, en un mínimo espacio de la dimensión que es la Tierra toda, la tierra con su prolongadísima historia del hombre; porque antes, no había historia.
Antes que el hombre, nada.
O todo lo que ya constaba esperándolo para comenzar a ser. En el Estar. Porque el planeta tenía sus formas, sus mares, ríos, montañas y todo lo que dimos en llamar naturaleza. Con sus animalitos, bichitos, insectos. Y también calamidades naturales.
Como dijo alguien: “Cuando llegamos, el mundo ya estaba hecho”
Y hubo que adaptarse, hubo que aprender a saber estar. Para luego de la adaptación y el aprendizaje, ponerse a hacer las cosas y dijimos praxis.
Comenzó un mundo hecho a mano. Otro mundo. Por la mano del hombre.
Aquellos primeros, recibieron diferentes nombres desde nosotros, los que hoy “sabemos” cómo eran ellos.
Dicen que hubo un Homo habilis, que se lo considera como el primer antepasado directo del hombre. Ese Homo habilis evolucionó luego hasta el Homo ergaster, qué, dicen, fue el primero en conocer el fuego.
Después de este acontecimiento (que no fue de un día para otro, sino que llevó su tiempo), parece ser que hay un inconveniente y se bifurca la especie: por un lado el Homo erectus y por el otro, el que se convirtió en el predecesor de nuestro árbol genealógico, en Homo antecessor, cuyos restos fueron descubiertos en España en una importantísima excavación que realizó el Grupo de Paleontología de la Universidad Complutense en la Sierra de Atapuerca, que, conserva los restos de ocupación humana más antiguos de Europa, unos 800.000 años. También, otros hallazgos que permitieron retratar la vida de una cantidad de homínidos que habitaron esa zona, hace unos 300.000 años.
Finalmente, con el Homo sapiens, se considera que se encontraron los orígenes de la especie humana.

Aquéllos, es evidencia, supieron no sólo adaptarse, sino, defenderse de las inclemencias temporales, de la dureza de la vida cotidiana, esa que todos los días los “obligaba” a crear maneras de subsistencia. Y lo hicieron bien. Claro, de no haber sido así, hoy el Planeta estaría desabitado, todo sería un Gran Vergel, y vaya uno a saber cómo serían las diferentes geografías.
Pero continuaron, en sus diferentes evoluciones, en sus derroteros, en sus reproducciones como continuidad de la especie.

Y aquí estoy, luego de milenios y milenios. 
Ubicado en un pequeñísimo punto del Planeta, en un barrio con calles de tierra, en Ciudad Moreno, de la Provincia de Buenos Aires, rodeado de árboles, pájaros, gatitos que me miran mientras esperan el alimento que les presento por la mañana, al comenzar el día.
Johannes Brahms acompaña el estar con su inmensa Sinfonía en do menor, Op. 68, llamada Nº 1. Dicen que tardó catorce años en finalizar esta maravillosa obra, cuyos bocetos datan de 1862.
El mate me permite cavilar en cada sorbo, mientras los sahumerios aroman el momento.

© Helios Buira
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martes, 20 de noviembre de 2012