Leyendo a Herbert Read, uno puede
concluir en pensamientos a favor o en contra de lo que él dice, pero, siempre,
este hombre deja huella dentro de uno.
Habla, por momentos, de un arte
sin concentración, que abandona las guías filosóficas, un arte sin relación, un
arte que se jacta de su inconsecuencia, de su incoherencia y dice, sin tapujos,
que eso no es de ningún modo arte.
En los años que he trabajado en
el Centro Cultural Recoleta, he visto mucho de lo que menciona Read:
liviandades fenomenales, con un reconocimiento efímero, quedando fuera de moda
al poco tiempo de haber sido expuestos esos trabajos. Porque buscan la moda
quienes lo hacen.
Y cuánto escribieron críticos y
presentadores de artistas, tratando de explicar lo inexplicable, intentando con
palabras difíciles, raras, darle sentido a ese sin sentido que allí se exponía.
Para saber de qué se trata, basta
con ver anuncios de artistas que dan clases de arte naif, o de arte abstracto. Un
despropósito. Y allí se observan los mamarrachos que hicieron los pobres discípulos.
Dice Read:
El arte es una actividad que a la vez refina los sentidos e inventa y
perfeccionas los símbolos del discurso; estos dos aspectos de la vida humana:
la autointegración y la intercomunicación, son inseparables.
Pero creo que lo visto, y sobre
lo que menciono, en nada refina sentido alguno. Al contrario, se me hace que
mucho de lo que se expone, genera un rechazo notorio en el espectador, pero, un
rechazo no provocado por la obra, como sería por su contenido y su factura,
sino rechazo porque nada dice, o sea, rechazo por una nada.
Están dentro de esos expositores,
los que agreden al espectador, con formas que pretenden mostrar la crisis del
hombre o con abstracciones corpóreas que proponen zonas punzantes, como si se
tratara de la violencia instalada en la sociedad, pero no es otra cosa que la
violencia del propio autor la que se manifiesta.
Consiguen claro es, que los críticos
opinen y tal vez, sea eso lo que pretenden, pero pocos caen en la trampa de
tomar en serio esas manifestaciones “artísticas”
He visto en una sala vacía, las
paredes blancas, un breve texto escrito con marcador negro y en la entrada un
larguísimo texto con un lenguaje críptico, tratando de decirle algo a quienes
visitaban la muestra, que, debo decir por si no se entendió, era la frase
genial que había escrito el artista en una de las paredes.
El comentario de algunos que
entraron a la sala, era: “Pensar que hay verdaderos artistas que no pueden
exponer sus obras por carecer de recursos económicos y este infeliz, se da el
lujo de escribir una estupidez en la pared pretendiendo que se lo llame artista”
Vi mucho. Algún día escribiré
sobre ello, a modo de “memorias de alguien que trabajó por años en el Centro
Cultural Recoleta”
© Helios Buira
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